Sobre si vale la pena buscar consejos matrimoniales en el Mahabharata

Esta primera entrada de 2017 la dedico a una de las primeras decisiones importantes de Bhishma, un personaje que sirve de eje al argumento del Mahabharata. La decisión a la que me refiero se describe en el texto como una anécdota que no parece mucha transcendencia cuando ocurre y se describe en un par de frases, pero las consecuencias de esta decisión acabarán causando que Bhishma abandone su cuerpo.

El Mahabharata, entre otras cosas, es una historia de enredos en la que actuar de manera correcta no es necesariamente sinónimo de éxito o garantía alguna de evitar el conflicto. La dinastía cuya historia explica el Mahabharata comienza con lío, mucho lío. Demasiado lío para poderlo resumir en esta entrada. Digamos solamente, para situarnos, que nos encontramos en un momento en el que un rey ha hecho un voto de castidad y dado que él, a causa de su voto, no podrá continuar el linaje real, decide buscarle conyugue a su hermanastro menor. El rey en voto de castidad es Bhishma, pero ahora el voto y su relación con el hermanastro no importa, lo que importa es que Bhishma está buscando la descendencia para su familia.

Bhishma se entera de que en el reino de Varanasi el rey está organizando un concurso al que vendrán jóvenes nobles de todos los reinos para demostrar sus cualidades e impresionar a las tres hijas del rey. El premio del concurso es ser elegido como esposo por una de las princesas y se presentan miles de pretendientes.

Aquí el texto hace una cabriola de estas que me impresionan tanto y me hacen pensar que una vida entera no será suficiente para entender el Mahabharata. Lo que quiero hacer en esta entrada es comentar este punto del texto y observar cómo se usa el lenguaje fantástico para explorar los espacios a los que no llega la razón.

La pirueta que hace el texto es afirmar, en referencia a la ceremonia de elección de pretendientes que describe, que esta ceremonia corresponde a la octava forma de casamiento, llamada «autoelección» (Svayamvara, en sánscrito).

Me he encontrado con muchas historias sagradas en las que aparece esta ceremonia pero cuando el Mahabharata habla de «octava forma de casarse», parece referirse a algún códice existente que regule estas formas, y concrete ocho maneras posibles de emparejarse. Aquí es donde el texto hace su “cabriola”. La leyenda dice que el sabio Vyasa, compositor del Mahabharata, le pidió al dios Ganesha que transcribiera el Mahabharata mientras él se lo dictaba. Ganesha aceptó con la condición de que el sabio dictara la obra entera de principio a fin, sin parar ni para dormir. Vyasa aceptó y para poder descansar intercalaba acertijos y enigmas filosóficos en la historia, que hacían que Ganesha levantara la cabeza y se quedara pensativo unos segundos, los cuales el sabio aprovechaba para descansar. Este momento parece ser uno de ellos.

Porque es cierto que existen ocho formas de emparejamiento registradas en los códigos de rituales domésticos de referencia (Grihya Sutras, Artha Shastra o el Código de Manu), en ambos se habla de ocho maneras de casarse, pero no se incluye el ritual de autoelección entre ellas. ¿Por qué esta línea del Mahabharata sitúa esta ceremonia (svayamvara) entre una de las ocho formas posibles de matrimonio? es un misterio, más aún a la luz de la siguiente línea: «[la ceremonia] que los instruidos recuerdan y los reyes elogian». ¿Es que la ceremonia en la que la mujer elegía un hombre entre varios pretendientes constituía un recuerdo del pasado, ya en la época del Mahabharata, y es posterior la composición de los códices? Yo, en este momento, no sé la respuesta a esta pregunta. Si estás leyendo esto y sabes algo al respeto por favor escríbeme algo, en los comentarios o a la dirección: respirarelmahabharata@gmail.com

Más allá de este pequeño gran enigma, quiero continuar con el discurso y las acciones de Bhishma en este punto de la historia. Bhishma se presenta en la ceremonia de autelección y exclama la mencionada frase: proclama que la ceremonia que está tomando lugar es «recordada por los sabios y respetada por los reyes», pero «aquellos que conocen el Dharma saben que la esposa tomada por la fuerza es la mejor», y acto seguido Bhishma lucha contra todos los pretendientes y secuestra a las tres princesas.

Ahora, es natural que nos sintamos repelidos por lo que está pasando en el texto, pero una doble, triple y cuádruple lectura de estas páginas abre la mirada a unos significados más sutiles de lo que parece a primera vista. Y aviso de antemano que no pretendo forzar un sofismo enrevesado para justificar ningún secuestro sino que quiero romper una lanza a favor de la complejidad y sensibilidad del Mahabharata. El texto, si se lee con cuidado, es muy imparcial, también visto desde la mirada post-feminista del siglo XXI. Bhishma irrumpe la ceremonia y guerrea contra los príncipes más feroces de la tierra. El texto describe, alaba, las proezas marciales de Bhishma por unas buenas dos páginas, hasta que victorioso, Bhishma se aleja en un carro con las tres princesas a bordo. «A las cuales trata como sobrinas». Es decir, la batalla de Bhishma es contra los otros pretendientes y la derrota es de ellos, en ningún momento se habla de hacer daño a las princesas, o menospreciar su persona o feminidad, ellas se mantienen a salvo, mientras los hombres compiten.

¿Pero y la opinión de ellas? Nos diremos. Y a esto responde la historia, inmediatamente. En el viaje de vuelta a su palacio una de las princesas habla: «Yo ya he elegido al rey de Soubha como marido. Esto yo ya lo había hecho anteriormente, y él ha aceptado mi mano. En la ceremonia yo iba a elegirlo a él. Tú conoces bien el Dharma y ahora sabiendo esto, decide lo que el Dharma implica». Ante esto Bhishma hace los arreglos para que la princesa vuelva a su reino.

Que Bhishma venza a otros príncipes para secuestrar unas princesas es correcto desde el punto de vista del Dharma, a menos que una ya haya elegido, entonces lo correcto es que ella vaya con su elegido. A lo que la princesa alude es a la llamada boda Gandharva, esta vez sí, una de las ocho formas regladas,  en la que hombre y mujer se emparejan por mutuo acuerdo. Es la boda más valorada en la sociedad occidental del siglo XXI, pero ahora me gustaría entrar en el significado profundo de la palabra Gandharva.  ¿Por qué hacerlo? De entrada, porque el texto hace un llamado a la reflexión en este punto. Primero, porque presenta un cruce de intereses sin sancionar ninguno de los dos, al contrario, presentándolos como de igual valor frente al Dharma (la armonía universal). Segundo, porque este enredo será la causa de que Bhishma abandone su cuerpo, a partir de ramificaciones que probablemente aparezcan en próximas entradas o futuras narraciones del Mahabharata.

¿Cuál es la ambigüedad de la boda Gandharva? La denominación en sí nos presenta la pista. Los Gandharva son seres astrales. Tienen cuerpos demasiado sutiles para que los podamos percibir con sentidos humanos. Se les describe como músicos de los Dioses; entretienen a las potencias que son mayores que ellos, a los Deva, y confunden a los humanos. Llama la atención que en el Atharva Veda, himnario referencial para la cultura del Mahabharata, ofrece un himno de protección contra los Gandharva: «como un joven, de apariencia exuberante, el Gandharva acecha las mujer. A él lo expulsamos de aquí con un poderoso hechizo» y las Apsara son las ninfas acuáticas, compañeras de los Gandharva, «marchad hacia el río, a sus vados, como levantadas por el viento, ¡habéis sido reconocidas!» (Ambas citas: Ath.Veda 5,37).

Los Gandharva y las Apsara son bellos, divertidos, sobretodo atrayentes, su presencia imperceptible embelesa el alma, ¿por qué protegerse contra ellos con conjuros? Esto ya es una pregunta que cada uno debe hacerle a su interior. ¿Qué deseo en la vida? ¿Existe otro propósito que el embelesamiento? No pretendo responder estas preguntas aquí, ni tampoco ofrecer una guía para hacerlo, lo que quiero ilustrar es la ambigüedad y la apertura que ofrece definir un tipo de emparejamiento como el «mutuo acuerdo» con una definición “mitológica”, o “simbólica”, como lo es el término Gandharva. Podemos ver que no nos encontramos con un claro juicio moral sino con otra cosa, algo mucho más flexible. Gandharva es una definición, que no cierra ni fuerza sino que apela al discernimiento interior desde este plano sutil hacia el que se expande la percepción cuando accede al pensamiento mitológico. Llámesele fantasía, si se quiere, pero una fantasía real; una fantasía que tiene que ver con el amor y la elección de pareja.

Por otra parte, el secuestro como “forma de emparejamiento”, se menciona en los códigos como boda Rakshasa. Los Rakshasa son seres monstruosos, con un físico muy concreto, tan material como el cuerpo humano, pero con poderes mágicos como la capacidad de volar y cambiar de forma a voluntad. Los Rakshasa son feroces depredadores y consumen carne humana. ¿Se refiere a este tipo de boda como algo positivo la exclamación de Bhishma? En primer lugar, según el código de Manu (3,21), esta boda es la única aceptada para un noble (Ksatriya). En segundo lugar, tal vez, lo que pueda tener de positivo este tipo de “boda”, a nivel material, es que en caso de secuestro, Bhishma no tendría ningún derecho a la propiedad de las princesas que secuestra ni las de sus reinos. Si Bhishma reclamara algo de su dote se consideraría su reclamo como robo. En este caso, Bhishma deja intacto las posesiones del reino de las princesas. Pero de nuevo ¿qué es lo que desean ellas? Y por extensión ¿qué desea el hermanastro de Bhishma? Se toma por supuesto que él estará contento cuando se le presenten dos desconocidas con las que debe casarse, igual que suponemos que dos personas que deciden casarse por la influencia de la melodía encantadora de los Gandharva serán más felices, pero sabemos que no es siempre así.

No pretendo con este escrito defender una u otra acción de los personajes del Mahabharata. Tampoco pretendo, como alguien pueda pensar, defender una ordenación patriarcal, matriarcal, o de ningún tipo en este escrito. Estoy comentando una historia sagrada y un códice legal/ritual. Todo códice es una idealización y representa a la sociedad que lo aplica tanto como una constitución nacional pueda representar a los individuos que respiran dentro del territorio que incumbe; es un mero referente. Lo único que quiero compartir aquí es la fluidez que aporta a un códice el lenguaje mítico. El hecho de dar a cada emparejamiento un nombre mitológico hace que obtenga un significado mayor que el del juicio binario de bien o mal. Las ocho formas de emparejamiento que definen los códices indios son primero una descripción de las posibilidades reales de emparejamiento. Nos guste o no, la realidad es de una manera determinada y ofrece un margen de acción que va desde la elección de la pareja al secuestro. Dentro de estas posibilidades de la realidad, fluye el sentido.

En mi opinión, lo que aporta el uso de un lenguaje “mitológico” en un códice ritual, es la opción de establecer normas y acuerdos sociales sin olvidar que estos no dejan de ser coordenadas temporales dentro del infinito. Allende las murallas del mundo, las murallas de la realidad y de la ley, el espacio es infinito. Con esto en mente vuelvo a honrar el Mahabharata como un texto que es de todo menos didáctico o taxativo, porque lo que nos ofrece es un espejo de la realidad en todos sus matices y uno se sitúa frente el Mahabharata de acuerdo a su discernimiento interior. Así es como el espejo del Mahabharata actúa como un catalizador, un estímulo del despertar interior.

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