Dicen que cuando los hombres de su clan se mataron los unos a los otros, en una borrachera salvaje, el príncipe Krishna estaba solo. Se encontraba meditando en el bosque, bajo la mirada de la luna, rodeado de aromas de la tierra y susurros de las plantas.
Entonces llegó a él Daruka, su fiel auriga, para informarle de la tragedia. Y Krishna sonrió, esa enigmática sonrisa que servirá de hilo conductor para las próximas entradas de este blog. Después Krishna ordenó a Daruka que partiera: Lo mandó a convocar al héroe Arjuna, para que viniera a proteger la ciudad de los ataques de los bandidos, que llegarían cuando supieran que en la ciudad de Krishna ya no quedaban guerreros.
Aquella noche terrible, cuando volvió a quedar solo, Krishna caminó hasta el mar, donde vio a su hermano sentado bajo un árbol. Cuando Krishna llegó al lugar Bala Rama, el hermano, abrió la boca y salió de ella una serpiente blanca gigantesca, con mil cabezas, que se deslizó hacia las aguas sin hacer ningún ruido. Y Krishna no se inmutó. La noche seguía tan negra como hacía unos minutos, pero nada era igual. Para el mundo. Aunque para Krishna las cosas marchaban como tenían que marchar. El príncipe se adentró en el bosque hasta encontrar un lugar tranquilo, y allí se sentó, concentrando toda su atención en el interior del cuerpo, meditando en sus dientes, su paladar, la lengua, el cuello, la garganta, el corazón, las arterias y las venas dentro de su corazón. Una sola vez se movió Krishna, pero cuando ya comenzaba a amanecer. Justo en aquel momento pasó por el lugar un cazador, quien según dicen se llamaba vejez (Jara).
El cazador confundió el movimiento del príncipe entre los matorrales con la agitación de una gacela. Disparó, y mató a Krishna.
Así murió el príncipe Krishna, acompañado de su hermano Bala Rama. Pero Bala Rama, dicen, fue la encarnación en la tierra de la serpiente Sesha. Una serpiente infinita (ananta) hecha de todos los residuos (sesha) de la realidad. Una serpiente compuesta por los restos encadenados de todo lo que ha existido alguna vez, y todo lo que existe, que se desliza lenta y velozmente a la vez, infinitamente, en todas partes. Y sobre esta serpiente descansas tú, que lo permeas todo (vishnu), Oh Krishna. Porque, aunque la historia cuente que moriste, todos sabemos que “tus manos y tus pies alcanzan todas las direcciones, y tus ojos, cabeza y caras miran hacia todas partes[1]”.
…
Esta historia responde, en parte, a la pregunta de una lectora de este blog, quien preguntaba cómo murió Krishna. Pero queda más por responder: ¿Por qué Krishna atrajo la maldición letal sobre su propio clan? ¿Y por qué sonríe? De esto seguiremos hablando en la próxima entrada y así, por partes, seguimos profundizando en el tema de este año de Respirar el Mahābhārata, que es cómo llegar a Krishna sin confundirse.
[1] Cita del canto llamado Anu Gita, una “segunda Bhagavad Gita” que se encuentra en el capítulo del Mahābhārata llamado
Yo creo que el cazador , la vejez que mató a krisna lo hizo solo para representar lo que mata a todos los seres humanos , krisna dejo que a él le pasará lo mismo , pero solo en un plano material , cómo para tener una historia parecida a todos los seres humanos
Hola Marisa. Estoy de acuerdo, y cuán poético que sea un cazador que lo encuentre en la profundidad del bosque, y después de meditar toda la noche. A pesar de lo aterradora que es la escena, mantiene una belleza intensa. Como poder observar la muerte sin perder la compasión ni la sensación de maravilla, ni caer tampoco en el drama victimista. Es una escena que tiene un equilibrio muy sutil. Gracias.