Para la entrada de esta semana quiero comentar una ilustración del dibujante de comics Mukesh Singh. Se trata de una imagen sugerente, hipnótica y algo kitsch, lo cual me recuerda la opinión del pintor Paul Laffoley quién considera que la estética kitsch es muy útil para acercarse a lo místico porque permite combinar lo inconcebible con lo obvio de la misma manera que lo hacen las religiones.
El título del dibujo es “la elección de Karna” y se refiere a uno de los eventos clave del Mahābhārata. Lo que a mí me cautivó en la ilustración, cuando la vi, fue el que el artista decidiera representar una de las escenas clave del Mahābhārata utilizando unos diseños espirales, porque en mi proceso de preparación de este primer bloque de la performance sobre el Mahābhārata sigo fascinado con la simbología de la espiral, vórtice circular o giro, presente la historia del batir del océano universal: cuando los dioses y sus enemigos unieron fuerza para batir juntos el universo y destilar de él una gota de elixir de inmortalidad. Se dice en el Mahābhārata que las guerras de la tierra descienden de las luchas entre los dioses y los demonios por el mismo elixir, el que batieron juntos antes de que empezara todo. Cuando vi cómo Mukesh Singh utilizaba una simbología circular para representar la elección de Karna en el Mahābhārata quedé inmediatamente magnetizado por la imagen.
¿Quién es Karna y qué elige?
Karna es el hermano mayor de los Pandava, los cinco hermanos protagonistas del Mahābhārata. Pandu, el padre de los Pandava, no podía tener hijos, y estaba preocupado porque todas sus ofrendas y su aprendizaje vital no iban a tener sentido ni continuidad. “Nunca alcanzaré los mundos luminosos”, le dice Pandu a su esposa Kunti, y le explica que los textos religiosos hablan de seis clases de hijos que se pueden considerar herederos: “los hijos nacidos a partir de uno mismo, los presentados en sociedad, los hijos comprados, los nacidos de la viuda de uno, los hijos nacidos de la esposa de uno antes de consumar el matrimonio y los hijos nacidos fuera del matrimonio. (…) Se dice que uno debería intentar tener descendencia de la primera manera y si no es posible, continuar probando por este orden” Y a continuación, Pandu le propone a Kunti una propuesta que podría considerarse algo progresiva en nuestro siglo, que consiste en quedarse embarazada de otro hombre. “El autoprocreado Manu dijo que los justos que no puedan tener descendencia pueden asegurar los frutos del Dharma teniendo descendencia que no provenga de su semilla”.
En este momento Kunti le revela a Pandu que recibió hace muchos años de manos de Durvasa, uno de los sabios primigenios, un mantra que la hacía capaz de invocar al dios que quisiera con el objetivo de quedar embarazada de él. Aprovechando este regalo, Pandu se asegura la descendencia pidiéndole a Kunti usar el mantra para tener cinco hijos de cinco dioses diferentes, a los cuales el rey reconoce como propios y por tanto herederos de su reino. Pero lo que Kunti no le cuenta a Pandu cuando revela el secreto de su mantra, es que cuando lo recibió, a causa de su juventud, decidió probar el mantra con el sol, quedando embarazada del hijo del astro. Confundida, Kunti abandonó al niño en una cesta en el río y este fue recogido por un conductor de carros y su esposa, ambos de la casta sudra, es decir trabajadores y no nobles. El niño que se encontraron llevaba puestos unos pendientes dorados con los cuales nació, regalo de su padre el sol, y por esta razón uno de sus apodos más conocido es Karna -orejas, y el otro Radheya –hijo de Radha: el nombre de su madre adoptiva. El nombre que sus padres realmente decidieron ponerle fue Vasușena, literalmente: “poseedor de excelencia”, probablemente porque ya de bebé, Karna emanaba todas las cualidades que lo hacían especial como persona y merecedor de ser el hijo del sol.
Lo trágico de la historia es que por varias causas Karna, quién desconoce su origen, acaba relacionado con el hermanastro codicioso de los Pandava, Duryodhana, quién organiza e instiga la guerra civil contra ellos. Duryodhana ofrece su amistad a Karna, y le regala un reino, a pesar de que ambos saben que el linaje de Karna no es de noble. Antes de comenzar la guerra, Karna está en el lado de Duryodhana, apunto de luchar contra los Pandava, y siendo como es el hijo del sol, su fuerza y habilidad en el campo de batalla igualan la balanza entre el poder de los Pandava y el de sus enemigos.
Krishna, siendo la encarnación de la divinidad, lo sabe todo y conoce el verdadero origen de Karna. Antes de comenzar la guerra ejecuta un último intento de llegar a un acuerdo de paz con los enemigos de los Pandava pero estas conversaciones fracasan. Antes de abandonar el lugar, Krishna llama a Karna, quién estaba presente en las conversaciones, a subir a su carro. Lejos de los demás, Krishna le habla en voz baja a karna y le cuenta su verdadero origen. Habiendo nacido como hijo de Kunti y un dios, igual que sus hermanos los Pandava, pero antes que ellos, Karna es en realidad el hermano mayor y el verdadero heredero del reino. Así se lo explica Krishna. “Si te proclamamos ahora hermano mayor de los Pandava”, le dice Krishna, “serás tú el rey (…) los cinco Pandava se abrazarán a tus pies (…) Los reyes, las esposas de los reyes y las hijas de los reyes traerán oro, plata y vasijas de barro con todo tipo de hierbas y gemas para tu unción. (…) Serás sentado sobre una piel de tigre y yo mismo te nombraré rey y señor de la tierra”. De esta manera, Krishna sigue describiendo a Karna cómo le servirán los cinco Pandava, cada uno de forma diferente, pero todo esto no le interesa a Karna: “Cuando nací” le contesta a Krishna, “Kunti no pensó en mi bienestar (…) El conductor de carros Adhiratha me considera un hijo. Movido por el afecto hacia él, yo siempre le he visto como un padre; (…) él organizó los ritos de mi nacimiento, él me puso el nombre, él me casó. (…) Oh Krishna, la tierra entera, pilas de oro, el placer o el miedo no pueden incitarme a ser falso con estos lazos”. Y de manera más trágica todavía, o más heroica si se quiere, Karna sabe que su bando está condenado a perder la guerra: “Seremos la oblación en el sacrificio al fuego de los Pandava; yo seré una de las ofrendas”, le dice Karna a Krishna, “Cuando las mujeres de Duryodhana (el enemigo de los Pandava) lloren en el campo de batalla rodeadas de perros y buitres, esto será como el baño después del ritual para los Pandava. (…) Deja que todos los nobles (kshatriya) encuentren la muerte bajo sus propias armas en el campo de batalla, Krishna, y dirige tus deseos solamente a que alcancen el cielo. (…) Mientras queden montañas en pié y los ríos sigan fluyendo, la fama eterna de estos hechos seguirá llameando”. Karna continúa hablando, y dice que en un sueño ha visto la derrota con todo detalle. Pero no solamente la derrota de su bando en la guerra, Karna entiende también que esta guerra significa el final de una era, entiende que todo el mundo tal y como lo conoce desaparecerá. Krishna intenta seducirlo hacia la paz una vez más haciéndole ver que están en la mejor época del año, al principio de la primavera, cuando todavía no hace demasiado calor ni hay demasiados insectos, pero Karna insiste: “Oh krishna, ¿por qué intentas confundirme? Tú mismo sabes que la destrucción de la tierra es inminente. Todos nosotros somos los responsables, (…) los augurios son terribles(…) hay muchos signos que erizan el vello. (…) Los caballos están llorando y no encuentran satisfacción en el pienso y el agua, (…) se escuchan sonidos de mugidos desde de los pozos (…) y ha aparecido una radiante ciudad en el cielo”.
Karna tiene muy claro que su bando va a perder, que él va a perder la vida en la guerra, y que el mundo tal y como lo conoce quedará destruido en el encuentro, pero se niega a cambiar de bando; esta es la famosa decisión de Karna.
El texto insiste una y otra vez en dejar claro que Karna es perfectamente consciente de la situación y entiende las consecuencias de sus actos. Su decisión no se debe a la ignorancia, esto queda claro, y que su decisión es transcendental también, porque Krishna mismo dice que Karna es capaz de evitar la guerra, simplemente decidiendo cambiar de bando. Krishna es la divinidad en persona y lo que propone a Karna es cambiar el rol que está jugando en la vida; le da la oportunidad da cambiar el aspecto de su existencia, de cambiar su futuro y el de la humanidad. Pero Karna se niega, porque la guerra es inevitable dice, y su lealtad está con Duryodhana. ¿Significa esto que Krishna fracasa? ¿Qué tiene la guerra del Mahābhārata, que ni tan solo Krishna, la divinidad en forma humana, es capaz de evitar? ¿O caso Krishna no pretende evitar la guerra? Se dice en el Mahābhārata que siempre que aparece en la tierra un avatar, una encarnación de la divinidad, esta viene para guardar el equilibrio del universo. En este caso, parece que el equilibrio del universo pasa por una guerra que destruye todo un mundo, y da lugar a una nueva era, la nuestra, más imperfecta y más precaria que la era en la que vivieron los héroes del Mahābhārata. Los eventos del Mahābhārata son inevitables, la guerra parce ser inevitable porque ni tan solo Krishna es capaz de evitarla, pero la elección personal de cada personaje es relevante. ¿Cuál es la oportunidad que pierde Karna al negarse a pasar de bando? ¿Qué es lo que Krishna le ofrece realmente sobre su carro? Porque si la guerra es inevitable, ¿qué importa el bando en el que luche Karna? Esto Karna no lo descubrió, porque no siguió el consejo de Krishna. La pregunta es si podemos descubrirlo nosotros, inspirándonos en las enseñanzas de Mahābhārata.
La guerra es inevitable, para eso encarnó Krishna, y el rol de Karna es añadirle mayor dramatismo a la situación a la vez que, creo, su decisión nos vuelve a enfrentar a la cuestión del dharma, del deber a nivel personal y de la importancia de mantener cierto orden micro que se refleja en lo macro… Por tanto, a nivel absoluto da igual donde esté Karna pero a nivel relativo su historia es una enseñanza de fidelidad, agradecimiento, deber, abnegación y valor (si uno quiere ver lo positivo). Ya sé que todo esto lo sabías pero me inspire a escribir algo… OM
Gracias por compartir Narén, creo que cada vez que se lee esta historia se puede ver en ella algo nuevo. Yo hoy veo en ella el misterio de que a pesar de que en el infinito no hay direcciones ni pasado ni futuro ni bien ni mal, en el plano personal las decisiones todavía cuentan y tienen importancia. Es uno de los enigmas principales de la vida.
Ya, esa “paradoja” a veces se ilustra en el hinduismo diciendo que uno es el mismo Brahman, el Absoluto y Ser Supremo, pero también tiene que lavarse la ropa o mirar el semáforo antes de cruzar la calle…