Leer entre líneas el género en el Mahabharata

La representación de La Mujer en el Mahabharata es uno de los temas que más a menudo vuelven en los encuentros de narración y es el tema en el que me estoy centrando este segundo año a la hora de preparar el estreno del próximo 12 de Diciembre de 2017. Escribo La Mujer, en cursiva, porque tengo mis dudas de si es correcto interpretar al intervención de cada personaje femenino del Mahabharata como un discurso modélico sobre cómo debería o no debería  ser  una mujer en general. Tengo la impresión que a veces se confunde el Mahabharata con fabulas morales y no es el caso. La feminidad, así como la masculinidad, que se puedan encontrar en el Mahabharata, permea sutilmente los símbolos del relato por una parte, y después están los personajes, los participantes humanos del relato. Algunos son mujeres, otros hombres, y otros cambian de sexo o son los dos. Lo que no veo que exista en el Mahabharata es La Mujer. Quiero decir que no veo que exista una representación de La Mujer en general, como una condición única de ser mjer. Lo que existen son muchos personajes femeninos. Muchas mujeres, cada una parecida a la otra pero con su particularidad única. Y varios ideales de acción. Hay ética propia de la esposa, la hija, la reina, la noble o la comerciante casada o soltera, cada categoría con obligaciones muy diferentes. Y esta es la parte que más resistencia genera, me parece percibir, en mí y en los que vienen a los eventos de narración. Lo que es interesante de señalar, aquí, es que hay una grandeza disimulada en el Mahabharata y es que el relato no se encierra realmente en una posición determinada. Y señalo también que tampoco estoy diciendo que el relato no toma posición, porque pasa lo contrario, el Mahabharata toma todas las posiciones.

Lo que el texto nos presenta son personas que son mujeres, con sus similitudes y diferencias, que se esfuerzan en adaptarse a la vida y a un sistema ideal, que es problemático. El sistema debería funcionar, pero nunca lo hace del todo, y sin embargo renunciar a él tampoco parece una solución muy realista.

Para ejemplificar esto prefiero compartir unos fragmentos.

Hay un momento en el Mahabharata -en el capítulo llamado Baka-Vadha Parva en el que los protagonistas están viviendo entre aldeas bajo identidades falsas porque prefieren que sus hermanastros piensen que están muertos (es largo de explicar). Los cinco hermanos protagonistas, los Pandava, junto a su madre, residen una temporada en la casa de una familia Brahmán. Aquí es relevante señalar que la familia es Brahmán porque los que pertenecen a este matiz de la sociedad pueden moverse libremente entre los reinos. Allí donde llegan serán bien recibidos y no dependen de tierras que cultivar o proteger, como el noble y el campesino. Es relevante porque una noche Kunti, la madre de los protagonistas, escucha cómo se lamenta la familia por un problema que tiene que ver con la libertad de movimiento: Resulta que la familia reside en un pueblo que vive aterrorizado por un monstruo que suele merodear el bosque, con el cual han llegado a un acuerdo que consiste en entregarle una persona del pueblo cada mes a cambio de que no los acose continuamente. Este mes le ha tocado a la familia brahmán en cuestión elegir a un miembro para entregar al monstruo y se lamentan porque no tenían la necesidad de haberse quedado en el pueblo, podían haber aprovechado la libertad que la sociedad les da para mudarse pero no lo hicieron.

Se trata de una familia modélica, muy responsable, y la posibilidad de huir ahora no cabe en su mente. Lo que discuten entre ellos es quién debería ir hacia el monstruo, y como ejemplo de auto-entrega absoluta cada miembro de la familia insiste en que debería ser él mismo el que vaya a encontrarse con el ogro.

El padre comienza quejándose a su mujer de por qué no han abandonado antes el lugar:

«Ay Brahmani, ya te dije en su momento que nos teníamos que  ir a un lugar seguro, pero no quisiste escuchar mis palabras. ¡Mujer alocada! Cada vez que te lo decía me respondías que has nacido en este lugar, que has crecido aquí y es la casa de tu padre… Tu padre está muerto ahora y tu madre murió también hace mucho tiempo y tus parientes también han muerto. ¿Por qué deseabas tanto vivir aquí? No escuchaste a mis palabras por afecto a tus parientes y ahora nos enfrentemos con la desolación de tener que perder a un familiar»

 

Después el padre se ofrece a sí mismo:

 

«Siempre dando, me has acompañado en toda buena acción. Los dioses te trajeron a mí como una amiga, has sido mi apoyo principal, eres la madre de mis hijos y siempre me has sido fiel, no puedo abandonarte para salvar mi propia vida.

¿Y cómo puedo sacrificar a mi propia hija? No ha alcanzado la edad adulta. La gran alma del creador me la trajo para que pudiera encontrarle marido. A través de ella, junto a mis ancestros, podré alcanzar los mundos a los que llegan aquellos que tienen hijos a través de sus hijas. ¿Cómo puedo abandonar a una hija que he generado yo mismo? Algunos piensan que el padre quiere al hijo más que a la hija pero no es así, yo los quiero igual a los dos. ¿Cómo puedo abandonar esta chica inocente? En ella está basada mi continuidad y los mundos que me llevan a la dicha eterna.

Si me sacrifico a mí mismo y voy al otro mundo todavía tendré de qué arrepentirme porque ellos, abandonados por mí, no podrán sobrevivir. Sacrificar a uno de ellos, esposa, hija o hijo, es un acto cruel condenado por todos los sabios, pero si me sacrifico a mí mismo también morirán sin mí. No sé cómo escapar este destino. Es mejor que muera con todos ellos. No puedo vivir.»

Pero la esposa responde:

«No deberías apenarte como una persona común, alguien tan instruido como tú. Si algo es inevitable, uno no debería sentir pena por ello. Yo misma iré, es el deber eterno de una esposa en este mundo el dar la vida por el bienestar de su esposo. Un acto así te traerá felicidad y a mí fama en este mundo y en el más allá. Ya has obtenido de mí el propósito por el que un hombre obtiene una esposa: una hija y un hijo. A través de ellos me he liberado de la deuda que te tengo como esposa.

Tú puedes mantener y proteger nuestros hijos; yo no podré hacerlo como tú. Me has proporcionado todo lo que he deseado y me has protegido del peligro, pero si me abandonas ¿cómo podrán estos niños sobrevivir conmigo? ¿Cómo podrá una joven viuda mantener sus dos hijos y permanecer en el sendero de la virtud? ¿Cómo podré proteger nuestra hija cuando sea cortejada por pretendientes arrogantes y egocéntricos que no son merecedores de una alianza contigo? Como pájaros peleando por un bulto de carne lanzado al suelo, los hombres desean a mujeres sin marido. ¿Cómo puedo asegurar que esta única hija de nuestro linaje camine el camino de nuestros antepasados? ¿Cómo podré enseñar a este hijo sin padre todas las cualidades deseables para que sea instruido en la virtud como tú? No sé qué me pasará bajo el control de los arrogantes, pero no hay duda que moriré. Y sin nosotros, estos hijos nuestros morirán como los peces fuera del agua. No hay duda de que sin ti los tres moriremos. Es a mí a quien deberíamos sacrificar.»

Y de repente interviene la hija:

« ¿Por qué lloráis como si nadie os pudiera proteger? No hay duda de que soy yo la que tiene que ir. Ya que seré abandonada de todas maneras, abandonadme ahora y salvaros todos a través de mí. La gente tiene hijos para ser salvados y esta hora ha llegado. Usadme como una barca y salvaros. Un hijo salva en todas partes, en este mundo y en el siguiente. Mis antepasados han estado deseando tener hijos a través de mí, ahora yo podré salvarlos salvando la vida de mi padre. Mi hermano es muy pequeño, no hay duda de que perecerá cuando abandones este mundo. Habiendo perdido a mi padre y mi hermano yo descenderé de miseria en miseria y finalmente moriré entre grandes angustias.»

De repente, en medio de la pena, el hijo menor, que parece ser muy pequeño expresa un comentario inocente que hace que se rían los cuatro:

«Por qué tenéis todos miedo, yo mataré al demonio con esta brizna de hierba»

Repito que lo interesante es discernir la sensación de humanidad que produce la combinación entre lo desmesurada que es la situación y la búsqueda del máximo bien dentro de la inminente e inevitable catástrofe. Por otra parte, lo que el relato pone en evidencia es la insuficiencia de los ideales para salvar la situación. No hay una acción correcta y definitiva que lo arregle todo. Los personajes se encuentran en un nudo del destino que no tiene fácil solución. Esto es un eco del famoso momento en el que Arjuna, el tercero entre los cinco hermanos protagonistas, se sentirá incapaz de luchar contra su propia familia y Krishna le cantará la famosa Bhagavat Gita, la canción del señor. Volveremos a esto en unos momentos pero antes quiero terminar la historia de la familia Brahmán.

Kunti, la madre de los Pandava, escucha la conversación y se revela como Kunti. La familia -y todo el reino- conoce de sobras las proezas de los Pandava y su madre, lo que no sabían era que los estaban albergando en su casa. Kunti ofrece la protección de su segundo hijo, Bhima, hijo del viento y poderoso como cien elefantes juntos. Bhima podrá luchar con el demonio y matarlo con facilidad, promete Kunti, y propone a la familia que lo manden a Bhima como “ofrenda”.

Cuando el hermano mayor se entera de la oferta de Kunti se asusta, « ¿Has perdido tu sentido común y tu inteligencia?» le dice. Pero Kunti, y aquí quiero llamar la atención también sobre la seguridad con que responde un personaje femenino. Porque si el Mahabharata tuviera realmente alguna pretensión patriarcal como se la acusa la voz de los personajes femeninos no se escucharía. Si el relato no escatima en monólogos de personajes femeninos debatiendo, rechazando o alabando el orden social que les ha tocado vivir, es porque le interesa ofrecer a los lectores la posibilidad de participar en estos debates sobre el rol social del ser humano.

Lo que Kunti responde es «-No te lamentes por tu hermano. No he tomado esta decisión por debilidad mental. Hemos vivido en la casa de estos brahmanes y veo esta oferta como nuestra compensación. Una persona es auténtica en la medida en que reconoce los buenos actos. Confío plenamente en la fuerza de mi hijo tras haber visto sus proezas. En una ocasión, cuando era un bebé, se me cayó de las manos cuando se movía. Bhima cayó sobre una piedra y rompió la roca en pedazos.

No he tomado esta decisión alocadamente, confundida o deseando sacar algo de provecho. Deseo conscientemente hacer este acto porque es lo que el bien común requiere.»

Nadie conoce más a su hijo que una madre, pero a lo que me interesa apuntar aquí es a la relación de los personajes con el deber y con la intuición. En este cado el problema de la familia ha encontrado una solución, ¿pero qué pasará el día que los propios Pandava se encuentren con un conflicto de este tamaño? Este relato menor funciona como aviso.

Comparto a continuación un comentario de Sri Aurobindo sobre el conflicto de Arjuna en la Bhagavat Gita. Se trata del comentario al verso 38 del segundo canto, pero sirve como resumen del segundo canto en general y como reflexión sobre el conflicto humano, también en cuanto la cuestión de la diferencia de géneros, porque habla de la imposibilidad de saber por una fuente exterior cual es la manera correcta de obrar.

La Bhagavat Gita, recuerdo, es el texto que Krishna canta a Arjuna cuando Arjuna se niega a luchar en la guerra contra sus familiares y Krishna le explica la esencia de la vida e insiste en que debe luchar.

Cuando Arjuna no quiere luchar, según Aurobindo: «[El deber de Arjuna] como ser humano y social es su función de noble y guerrero, sin la cual el marco de la sociedad no puede ser mantenido, los ideales de su cultura no pueden ser vindicados y la armonía de la justicia no puede defenderse de la in-arcaica violencia de la opresión y la injusticia. Y sin embargo la llamada al deber en sí ya no puede satisfacer al protagonista del conflicto porque en la terrible actualidad de Kurukshetra [el campo de batalla en el que se encuentra Arjuna] la situación se presenta en términos severos, confusos y ambiguos. El desempeño de su deber social se ha transformado en un gran caos. La regla del interés justo, lo que llamamos derechos, no le sirve aquí; pues el reino que ha de ganar para sí, para sus hermanos y para su bando del ejército ya es justamente suyo y su reivindicación significa el derrocamiento de la opresión y la tiranía así como una aserción de justicia, pero una justicia manchada de sangre y un reino poseído por la tristeza y la mancha de un gran pecado, un daño monstruoso infligido a la sociedad, un auténtico crimen contra la raza humana. Tampoco serviría la regulación del Dharma [de la ética] de mayor ayuda, pues lo que hay es un conflicto de Dharmas. Se hace necesaria una nueva y aún no distinguible regla para resolver el problema, ¿pero cuál es esa regla?

El retractarse de su función, el tomar refugio en la inactividad santa y abandonar al mundo imperfecto para que se cuide de sí mismo con sus métodos insatisfactorios es una posibilidad a tener en cuenta y fácil de ejecutar, pero este es exactamente el corte en el nudo que le está siendo insistentemente prohibido por su maestro. [A Arjuna] se le está exigiendo acción por parte del Dueño del mundo -quien es el dueño de todas sus acciones y cuyo mundo es el campo de acción- ya sea efectuada por la luz parcial de la razón, que es limitada,  o iniciada desde un plano de visión y motivación más elevado y amplio.

Evitar esta acción particular como si fuera algo malo sería otra posible solución. [Sería] el recurso de una mente moralizante y corta de vista, pero a esta evasión el maestro [Krishna] también le está negando el asentimiento. La abstención de Arjuna produciría un mayor mal y pecado: Significaría, en el caso de tener algún efecto, el triunfo del error y la injusticia y el rechazo la misión de Arjuna como instrumento del proceso divino.

Una crisis violenta ha sido traída sobre los destinos de la raza humana, no por un ciego movimiento de fuerzas o por un mero choque confuso de ideas, intereses, pasiones y egoísmos humanos, pero por una Voluntad que está detrás de estas apariencias exteriores. Esta es la verdad que Arjuna tiene que ser guiado a ver; ha de aprender a actuar, de manera impersonal, como instrumento -pero no de sus diminutos deseos personales y débiles pequeñeces humanas, sino de un poder más vasto y luminoso, una Voluntad omnisciente y universal.

Es el credo del guerrero: «Conoce a Dios», dice, «conócete a ti mismo, ayuda al humano; protege lo Correcto, hazlo sin temor y sin flojear o dudar de tu labor de disputar el mundo. Eres el eterno e imperecedero espíritu, tu alma está aquí en su camino ascendente  hacia la inmortalidad. No mires por tu propio placer, ganancia y provecho. Mira hacia arriba y alrededor»

El conflicto de Arjuna es el suyo y es el que él tiene, en la época y el contexto que le ha tocado vivir. Lo que aprendemos del Mahabharata es a reconocer la intuición y el anhelo de un bien mayor más allá de las formas. De la misma manera, cuando sus personajes discuten sobre la función del hombre y de la mujer en la sociedad, están hablando de su época y su entorno. No me parece que el texto proponga copiar estos modelos sin penar. Al contrario. Mi impresión es que el texto apunta, en su estilo escueto y directo, a la dimensión humana que brilla alrededor del dilema y el esfuerzo de superar el conflicto y buscar siempre el bien mayor. Por esto considero que el Mahabharata no es ni patriarcal ni matriarcal sino una representación de las profundidades de la condición humana.

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