Tú y yo nunca hemos dejado de estar aquí, igual que toda esta gente, ni nunca dejaremos de estar.
Empiezo el escrito con esta frase, que expresa el consuelo más real y profundo que he podido encontrar en forma de palabras. Sale del párrafo que reproduce lo que expresó Krishna a su amigo Arjuna (Bhagavad Gita 2.11-12):
«Estás sufriendo por lo que no es necesario sufrir, porque tú y yo, igual que toda esta gente, nunca hemos dejado de estar aquí, ni nunca dejaremos de estar»
Una frase que apunta directamente al sentido de todo, y que, de hecho, sintetiza el mensaje de la Bhagavad Gita, porque el resto del canto básicamente recoge las preguntas que Arjuna hace para aclarar el sentido de esta frase. Preguntas que Krishna responde con paciencia y generosidad, para el consuelo de la humanidad que vendrá.
Arjuna está apenado, sufriendo o en luto -en las traducciones inglesas de este verso se usa a menudo el verbo mourn: una pena con connotaciones de luto. Porque lo que Arjuna está viendo es la muerte inminente de sus seres queridos.
En sánscrito, los verbos que usa Krishna están derivados de la raíz śuc (शुच्) (de ahí aśocyan: ser lamentado, avaśocas: has lamentado y anuśocyati: ellos lamentan), pero curiosamente śuc se usa para indicar el brillo de algo. Vivaścuc es una llama, la llama de una hoguera, y a la vez sufrimiento. Agni śuci es el brillo del sol y suśucat puede significar incendiar o también causar sufrimiento. Una traducción forzada, pero valida, sería «Te estás consumiendo».
Arjuna, «estás en llamas, por lo que no te deberías quemar». Así es el sufrimiento de Arjuna, su pena, ante la visión de la muerte de sus queridos.
Pero tú y yo siempre hemos estado aquí. Siempre estamos.
Nada de esto desaparece, solo nuestras ideas de lo que deberíamos ser.
El sol, las estrellas, el viento y la canción del ocaso; la brisa nocturna y las caricias en la piel;
el aroma de nuestra respiración.
Se difuminan como nuestras aspiraciones al morir.
Nada de esto ha pasado, por que nunca dejará de pasar. La vida es como una luz que quema, y esta luz nunca deja de brillar.
¿De dónde viene este fuego original que no deja de brillar? ¿Y cuál es su representación en la tierra?
«Nunca yo (aham) no he existido» (asami – Imperfecto de la raíz as: ser) dice Krishna. «Ni tú ni todos estos nacidos no se dejarán de manifestar» (bhavisyámas – futuro de la raíz verbal bhu: manifestarse)
El sánscrito para decir “existo” es asmi, palabra relacionada con el sum latín, o el eimi del griego antiguo. En la traducción hebrea de la Bhagavad Gita se usa el verbo hayinu (היינוּ), «hemos sido», de la raíz hayá (היה): fue, o ser.
Me viene ante la mirada interna la imagen del encuentro de Moisés con la zarza ardiente en el desierto -un eco del encuentro de Arjuna con su sufrimiento ardiente (śuc)- donde Moisés preguntó al fuego parlante por su nombre, y las llamas respondieron «seré quien seré» o «soy quien soy», dependiendo de cómo se interprete la gramática bíblica: «eheié asher ehié (אהיה אשר אהיה); una frase basada en la misma raíz hayá.
En la primera traducción griega de la biblia se tradujo esta frase por ego eimi ho on (έγώ είμί ὀ ὤν) «yo soy el ser», usando el verbo griego eimi, emparentado con el mismo verbo sánscrito asmi que usa Krishna.
Yo soy el ser. Seré lo que seré. Nunca hemos dejado de existir.
Nunca dejamos de ser.
Soy, ser, existir, son los umbrales entre el lenguaje y la realidad.
Las palabras como los pensamientos. Vegetación inevitable de este bosque de la realidad. Un paisaje en transformación, que puede desgarrar nuestro corazón con la dicha o con el dolor.
La relación entre la vegetación, las transformaciones del entorno natural, las llamas de una hoguera y el cielo de nacimientos y muertes de nuestra comunidad es el movimiento. La transformación. El ser.
¿Pero qué consuelo otorga recordar que todo se mueve y está en transformación? ¿Qué todo esto es? ¿Qué todos nosotros moriremos, pero el movimiento no dejará de existir?
Yo no lo sabría explicar, pero es curioso observar cómo el verbo ser acaba asociado con Dios tanto en la biblia como en la Bhagavad Gita. Porque Dios está en el umbral entre el ser y el no ser. Dios es el origen del ser. Dios es, pero no existe. Porque no podemos volver a creer en Dios como nuestros antepasados lo hicieron. El lenguaje está roto. La ciencia ha expuesto las entrañas de la religión. Y sin embargo siento alivio cuando me dicen que todo esto nunca ha dejado de existir. ¿Qué es este llamado a ir más allá de mí?
Seguimos aquí, frente a la zarza ardiente, en el sufrimiento de la batalla entre la vida y la muerte, porque nunca hemos dejado de existir, ni nunca lo haremos. La pregunta es ¿qué somos? ¿Células, sangre, ideas, calor, aliento o sonido?
🙏