Esta es la historia de un mundo (bharata) desbaratado por la guerra.
Una guerra continua, que rebrota como las epidemias una y otra vez, desmantelando sociedades y desorganizando poblaciones cuando menos lo esperan.

Es un mundo sitiado, dice la historia, porque se encuentra en el punto de intersección entre los intereses de los seres brillantes (deva) y sus contrincantes, los poderosos (asura). Este mundo es el escenario de sus luchas por el elixir de la inmortalidad.

Es un mundo ignorante. Mucho más antiguo de lo que sabe que es, pero ha olvidado. Olvidó casi todo en una gran guerra que destruyó lo que quedaba de los antiguos linajes, aquellos que se desplegaban desde el centro de la galaxia. Por eso es un mundo caído, caótico, en el que nadie sabe realmente lo que tiene que hacer.

Pero también es un mundo utópico, porque reúne todas las condiciones necesarias para el aprendizaje más importante del universo: la liberación del sufrimiento y del miedo a la vida y a la muerte.

Es un mundo recién nacido: su memoria es corta en comparación con los milenios olvidados que lo preceden.
Y es, al mismo tiempo, un mundo agonizante, que sabe que desaparecerá, y cambiante, porque está gestando el renacer de un consenso colectivo hacia una manera más fácil y natural de vivir.

La imágen es la de un tejido anónimo guardado en el muséo de arte de Filadelfia.