Entre todos los regalos el mejor, y más excelente, es regalar tierra. La tierra produce todos los objetos de deseo: ropajes, joyas, ganado y grano. Quien regala tierra sigue bendecido mientras esa exista.
En el origen de los tiempos todos se regalaron unos a otros un poco de tierra, y disfrutaron de ella. Entregar tierra equivale a renunciar al propio cuerpo; renunciar al propio cuerpo es renunciar al provecho personal; renunciar al ansia de provecho personal es renacer entre la tierra y el viento, con la cabeza en las estrellas y los pies convertidos en roca.
Renunciar al egoísmo lava los errores del pasado. Renunciar al egoísmo es renunciar a la voluntad de provecho personal, y renunciar a un provecho personal es soltar la tierra. Soltar la tierra es renacer en la tierra, que purifica como una madre, porque ella es la diosa que otorga la luz. La madre nutre a la hija con su leche, de la misma manera todos los sabores de la tierra favorecen a quien da tierra. Como la vaca con las ubres llenas de leche corre hacia su ternero, así se entrega la tierra a quien renuncia al provecho personal. Regalar tierra arada, o plantada, o con cosecha madura, es otorgar el mayor de los refugios.
Antiguamente se conocía una canción que había cantado la tierra. Al oírla, el furioso Parashurama se calmó, y entregó la tierra a Kashyapa, una de las siete estrellas de la osa mayor.
La canción decía:
«-Acéptame. Regálame. Dándome, me obtendrás.»
Cuando se da tierra cantándole a la rabia esta canción, la sabiduría se funde con la luz de las estrellas.
La tierra es el origen eterno de todas las criaturas. Regalar tierra hace que el humano sea realmente humano. Los humanos nacemos en la tierra y sobre la tierra caminamos con fe. La tierra es la madre y el padre del universo, ningún elemento se le puede comparar.
Entregar la tierra a la consciencia es como regalársela a todas las criaturas. Entregar la tierra es entregar océanos, ríos, montañas y bosques: es entregarlo todo. Entregar la humedad de la tierra es regalar néctar excelente. Donar la tierra es donar hierbas llenas de jugo, árboles cubiertos de flores, fruta, bosques y colinas.
Así se lo contó Bhishma a Yudisthira en Kurukshetra, al inicio de esta era de la confusión.
(Basado en el libro Dana dharma parva 61)
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