La herida del universo

Las ganas de escribir, las ganas de vivir, las ganas de ver un día más el mundo. La voluntad de hacer lo correcto, de actuar de la mejor manera posible para el entorno; el impulso de ir más allá de lo conocido, y más allá de uno mismo, se siente como un constante empuje mudo. Un impulso. Un calor que incendia nuestra vida. Y a esto, en sánscrito, se le llama Shri. Se usa como uno de los nombres de la diosa, Shri, que da vida al cosmos. Al cosmos, entendido no solamente como asteroides y supernovas, sino también como las ideas, los recuerdos, el tiempo y lo innombrable. Todo es empujado por Shri, la diosa.

Cuando Shri nació solo había Prajápati, el ser original. Ella nació como el relámpago, rompiendo la noche. La hija madre. Ella se empujó a sí misma, desde siempre, hacia siempre, hacia el siempre.

De ella se dividieron los dioses. Pero cuando vieron la abundancia de la luz que los impelía, la plenitud de Shri, su madre, los dioses se dividieron y saquearon a la diosa. Se llevaron entre todos a sus cualidades.

Sávitar, el dios de la luz del amanecer, quien desplaza al sol por el cielo, y quien emite el bien y la vida entre los seres, se llevó para sí el empuje de Shri.

Sarásvati, la diosa del aprendizaje y las artes, se llevó para sí la palabra sagrada de Shri.

Tvástar, el arquitecto de los dioses, se llevó de Shri las formas del ser, y con ellas cristaliza todas las configuraciones del universo.

Todos los rayos de la luz que emanaba de Shri se los llevó para sí Pushan, y desde entonces él pastura el ganado luminoso de los dioses.

Indra, el rey de todos los dioses, quien hace llover las impresiones de los sentidos sobre la consciencia de la humanidad, robó de Shri el sacrificio mismo.

Briháspati, el maestro espiritual de los dioses, le quitó a Shri la sacralidad.

Varuna, el dios que observa todos los actos desde las profundidades insondables de las aguas cósmicas, se llevó el poder de Shri.

Agni, el dios que arde en todas partes y muestra sus crestas amarillentas allí donde se le invoque – el dios al que muchos llaman fuego – robó a Shri su ferocidad.

Por último, Soma, el dios cíclico, quien se consume y se regenera periódicamente; el guardián de la inmortalidad, le robó a Shri su realeza.

Así se repartieron las cualidades de Shri por el universo. Así fue saqueada la diosa madre por sus propios hijos. Y el recuerdo inconsciente de esa injusticia original reverbera en nuestras células todavía. Tiene que hacerlo, porque con ese acto nació también la crueldad. Con el saqueo de Shri se quebró la luz y entre sus rayos apareció la oscuridad. La rabia, el rechazo, el afán de justicia, de arreglar las cosas nació también de Shri. De su saqueo.

Pero <<la enemistad no se salda con otra enemistad>>. Así nos lo recuerda Yudisthira en el Mahābhārata: <<La victoria engendra más enemistad entre los vencidos. La enemistad renace en cada generación>>

¿Cuándo comenzó el conflicto? ¿Desde cuándo venimos clamando venganza? Tal vez saberlo ahora ya sea imposible. Desde el origen, tal vez. Desde el saqueo de Shri.

¿Queremos, entonces, seguir alimentando la enemistad? ¿Puede haber justicia sin venganza?

La ceremonia religiosa, el ritual, es Víshnu. Así lo cuentan también las historias del origen. Víshnu es lo que permea todo. Sostiene todo sin estar limitado por ello. El tiempo se sostiene en Víshnu, la vida, la oscuridad y la luz. Víshnu es el ritual, y el complemento de Shri.

El ritual, cuando se hace bien, reúne a todos los dioses. Alrededor del ritual se sientan Sávitar, Sarásvati, Tvástar, Pushan, Indra, Briháspati, Varuna, Agni y Soma. El ritual, cuando se hace bien, reúne al empuje vital con la palabra sagrada y la forma, que refleja los rayos de la luz. Para hacer bien el ritual hay que sacrificar algo, y así se hace presente lo sagrado. El ritual es poder, y fuego -vital o visible-. El ritual es la esencia de la realeza, y es Vishnu. Cuando se hace bien, el ritual reúne de nuevo todas las cualidades saqueadas a Shri. El ritual reúne a la madre cósmica con sus hijos. Reúne al universo. ¿Pero qué es el ritual? ¿Cómo sanar esta herida del universo, que se ha saqueado a sí mismo?

Quien lo sepa que lo diga, y ojalá sepamos escuchar.

La historia del saqueo de Shri proviene del Śatapatha Brāhmaṇa (5.4.5.2), tuve la oportunidad de narrarla el pasado encuentro de un curso llamado Shri, nueve encuentros para restaurar la dignidad del femenino. Puedes ver información en este: enlace.

Si quieres oir esta entrada leída, puedes apretar en este enlace.

Entre el templo y el bordel

Un instante antes del origen de los tiempos indiferenciados el ser original emanó un brillo que ardía. El señor de todos los nacimientos (Prajapati) emanó un resplandor que difundía belleza por el universo. Un resplandor que crecía, y cada una de sus llamas doradas creaba otro mundo.

Ese brillo es la diosa. La divinidad femenina. La llaman Lakshmi: bellas marcas, o Shri: fulgor.

Pero cuando Shri nació, cuando el brillo femenino de la belleza amaneció, los dioses, que habían nacido de esa misma energía, se vieron sobrellevados por la avaricia y saquearon sus cualidades. Uno le robó el habla. Otro le robó las formas de las cosas. Uno le robó los rayos de luz y otro le robó los rituales. Uno le robó la sacralidad y otro le robó el poder. El dios del fuego le robó la ferocidad y otro le robó la nobleza.

Solamente Vishnu, la esencia que reside en todo, reunió de nuevo estas cualidades rotas y separadas entre los dioses, y las recuperó para Shri. Por esto el brillo de la belleza cósmica está con Vishnu, y solo cuando se hace por el bien universal, sin deseo alguno de recompensa, premio, placer o retribución personal de ningún tipo, el ritual reúne a todos los dioses, quienes devuelven al cosmos las cualidades que robaron a la belleza. Así lo cuentan los textos sagrados (Satapatha Brahmana 5.4.5.2)

En la tierra, en este teatro de la confusión, el deseo y la furia, Shri nació en la forma de Draupadi Krishnā, la esposa de cinco reyes. Exiliados. Saqueados de sus posesiones y forzados a vagar por la tierra como mendigos.

Para esconderse de sus enemigos Draupadi, la reina expoliada, encarnación de la diosa en la tierra, se vio obligada a esconder su identidad durante un año. Así se encontró caminando sola por un reino extranjero, donde enseguida llamó la atención de la monarca local:

Una mañana la reina miró por el balcón y vio a Draupadi caminando y cubierta de una sola tela descolorida. La reina bajó con su séquito y la interpeló.

-Oh afortunada ¿quién eres y qué es lo buscas?

-Oh diosa entre las reinas. Soy una cortesana- contestó Draupadi -y he llegado a este reino en busca de trabajo. Haré lo que me dé de comer.

-Oh preciosa, pero las cortesanas no poseen la belleza que posees tú. Tus labios son finos, tus muslos firmes. Eres profunda en tres lugares: habla, inteligencia y ombligo. Y alta en seis: nariz, ojos, orejas, uñas, pechos y cuello. Tienes rojizas las cinco partes que deberían serlo: las palmas de los pies, palmas de las manos, lengua, labios y uñas. Tu voz es lenta como la del cisne. Tienes el cabello y los pechos preciosos. Eres morena. Tus nalgas y pechos están llenos. Posees todas las cualidades como una yegua del Kashmir. Tus pestañas se rizan con gracia. Tus labios son como frutas maduras. Tienes la cintura estrecha. Tu cuello tiene graciosos pliegues. Tu cara es bella como la luna llena. Oh afortunada. Dime quién eres realmente, no puedes ser una sirviente. ¿Eres un espíritu del bosque (yakshi), diosa, esposa de los caballeros invisibles de las nubes (gandharvi) o una bailarina acuática (apsara)? ¿Eres la esposa de alguno de los dioses?

-No soy ni una diosa ni una gandharvi, ni un titán (asura) o demonio (rakshasi). Te digo de verdad que soy una cortesana. Sé como arreglar el cabello y soy habilidosa en la preparación de ungüentos. Puedo tejer preciosas prendas coloridas. He servido a Satyabhama, la amada esposa de Krishna, y a Draupadi, la esposa de los Pandava, los cinco reyes exiliados. Voy allí donde pueda tener una buena vida. Me contento con llevar buenos vestidos. Draupadi, mi antigua reina, me solía llamar Malini: la que colecciona flores y prepara guirnaldas. ¡Oh Diosa!¡Oh reina! Así he llegado a tu hogar.

Y la reina dijo:

-No hay duda de que me gustaría tomarte como cortesana, pero me asusta que el rey no te desee con todo su corazón y te busque. Date cuenta de cómo te miran tanto las damas de linaje noble como todas las que viven en mis aposentos, date cuenta del interés que estás causando. ¿Qué hombre no vas a dejar prendido? Mira como incluso los árboles de mi jardín se doblan sobre ti. Cuando el rey vea tu belleza sobrehumana, tus bellas nalgas y caderas, se olvidará de mí y te buscará con todo su corazón.

Tus extremidades son perfectas. Tus ojos son suaves y largos. Con mirarte, todo hombre se ve sobrellevado por el deseo. Pienso que si te ofrezco residencia estaré trayendo mi propia destrucción.

A lo que Draupadi contestó:

-¡Oh bella! Ni tu rey Virata, ni nadie, puede obtenerme nunca. Tengo cinco jóvenes seres sobrenaturales como maridos. Cinco gandharva, cinco jóvenes de la raza de los caballeros de las nubes que luchan junto a los dioses. Son los hijos de un rey gandharva que es extremadamente poderoso. Siempre me protegen. Toda conducta que me traiga pena asegura la destrucción. Si un hombre me desea, como si fuera cualquier otra mujer, antes de que termine la noche abandonará su cuerpo. ¡Oh preciosa! Nadie es capaz de desviarme.

Así, Draupadi pasó a vivir en la corte, disfrazada. La que merecía ser servida hizo de sirvienta. Y quien quedó prendido de su belleza fue el general Kichaka, el héroe del reino. En el momento en el que vio a Draupadi merodear por la corte, como una diosa, sintió el impacto de las flechas del deseo. Abrasado por la pasión, el general se presentó ante la reina:

-No había visto antes esta preciosidad en la corte. Sus formas bellas me intoxican como el aroma del licor. ¿Quién es esta mujer que roba mi corazón como una diosa? ¿De dónde ha venido y a quién pertenece? Oprime mi mente y me controla. No creo que haya medicina que me pueda curar ahora. Tu sirvienta es muy bella, no es apropiado que haga este trabajo. Debería comandar todas mis posesiones. Permite que agracie mi enorme residencia, con sus elefantes, caballos, carruajes, riquezas y opulencia, con abundancia de comida, bebida y colores dorados.

Y con el permiso de la reina el general Kischaka se acercó a Draupdi Krishnā y le habló con voz suave como un chacal dirigiéndose a una leona en el bosque.

-Oh preciosa, tu forma suprema y tu juventud están desperdiciados si estás sola, como una bella guirnalda cuando no es llevada. ¡Oh bella! A pesar de que seas atractiva careces de fulgor. Oh mujer de bella sonrisa, renunciaré a las esposas que he tenido hasta ahora. Me convertiré en tu sirviente. Oh mujer de cara preciosa. Siempre estaré bajo tu control.

Pero Draupadi contestó:

-Oh general. Me deseas, pero no soy alguien que debería ser codiciada. Esta conducta es inferior a tu talla. Las esposas son amadas por todos los seres. Piensa en el dharma. De ninguna manera debería la mente de uno dirigirse a la esposa de otro. Los hombres que cumplen sus votos evitan siempre lo que es despreciable. Los hombres malvados se ven sobrellevados por la confusión y codician lo que no debería ser codiciado, alcanzando la mala fama. Estos hombres se enfrentan a un gran peligro. Oh general, no te regocijes en tus deseos o perderás hoy mismo la vida. Deseas aquello que es imposible de obtener. Estoy protegida por valientes. No puedo ser obtenida por ti. Mis esposos son gandharva. Se enfadarán y te matarán. Detente y no traigas tu propia destrucción. Deseas atravesar un sendero por el que los hombres no pueden caminar. Eres como un niño caprichoso que desea lanzarse a las aguas turbulentas del río. Podrás entrar en la tierra o elevarte a los cielos, podrás huir a la costa más alejada del océano, pero no podrás huir de mis maridos. Son poderosos hijos de dioses. Oh Kichaka, me deseas como si estuvieras enfermo y la noche de tu muerte haya llegado. Me deseas, como un niño que duerme sobre el regazo de su madre y desea obtener la luna.

¿Qué pasará con Draupadi y el general Kichaka? Veremos el resto de los espeluznantes detalles de esta historia en la próxima entrada, pero mientras tanto propongo reflexionar sobre las preguntas de ¿a quién pertenece la belleza? ¿Se puede asir la belleza? ¿Se puede poseer? Y ¿cuál es la relación del deseo con la belleza?

Los fragmentos del Mahabharata aquí traducidos provienen de Vairata Parva 8, Kichaka Vada Parva 1 y 2.

 

Si te interesa la narración oral de estas historias te recomiendo mirar en la parte lateral de la pantalla el enlace al taller que estoy ofreciendo online sobre la estructura interna de la cosmogonía que se trata en este blog y herramientas para leer y narrar estas maravillosas fuentes.

 

Ramayana en el Mahabharata

Este blog documenta una investigación. El objeto de la investigación es la red de significados interrelacionados que contiene el Mahabharata.

¿Y qué quiero decir con esta frase? Para explicarlo tengo que volver a empezar el escrito:

Este blog documenta una investigación. La motivación para comenzar esta investigación nació con una vivencia. Leyendo el Ramayana, la otra gran historia de la India, que relata el viaje del príncipe Rama hacia su amada, me di cuenta de cómo toda la cosmología India, desde aquello que llamamos mitología hasta s el pensamiento filosófico, y ético, tradicional, pasando por la arquitectura y el resto de artes, están unidos como las piezas de un gigantesco rompecabezas. El Ramayana cuenta principalmente la historia del difícil rescate de una princesa, pero alude también a todas las historias de la tradición india. Por tanto, el Ramayana nunca se deja de leer, porque cada historia nueva que uno escuche enriquece un poco más su comprensión. Cada historia es una pieza más del mosaico en el que se enmarca el Ramayana, y una de estas piezas es mi propia historia. Porque la cosmogonía que se articula a partir del Ramayana despliega una teoría sobre el funcionamiento del mundo que incluye mi visión personal. Porque incluye todas las visiones.

Algo así yo no había sentido con nada de lo que había leído antes. ¿Por qué? Esto es lo que sigo indagando. Y con el entusiasmo que derivaba de aquella vivencia, vino la necesidad de compartir la experiencia. Así nacieron los espectáculos de narración oral del Ramayana. Porque la inmediatez del encuentro presencial es la que mejor permite transitar, de una historia a otra, la cosmogonía universal en la que se encuentra el Ramayana, siguiendo el interés de los reunidos en el momento del encuentro.

Después, el impulso de investigar más, me llevó a dirigirme hacia el Mahabharata, la historia más larga de la India, y del mundo. No hay diferencia entre Mahabharata y cosmogonía india. Las dos cosas son sinónimas porque en sus siete mil páginas el Mahabharata incluye todas las historias, o todos los arquetipos, de esta cosmogonía del ser, que nos llega transmitida de la India. Así nació este blog, que documenta esta investigación. Pero aprenderse los relatos del Mahabharata y memorizarlos no es el objetivo de esta investigación. Esta es solo la herramienta. El objetivo de la investigación es la vivencia que tengo al estudiarlas. ¿Cuál es el misterio que relaciona todas estas historias con mi vida, y me hace sentir de esta manera?

El Mahabharata, más que contar la historia de alguien, cuenta la historia de un evento: el nacimiento de esta realidad en la que vivimos. En este nacimiento participaron cinco hermanos de origen divino, y a la vez noble, que se casan con una misma mujer, quien es hija del fuego, y laencarnación del brillo del universo, o Shri, la gran diosa.

El mayor de estos hermanos es el legitimo emperador del mundo, pero es exiliado a vivir en la intemperie a causa de un ardid de sus enemigos. Allí, en añadido, Draupadi (la esposa de los cinco) es secuestrada.

Los hermanos la rescatan en un abrir y cerrar de ojos, pero el mayor, Yudisthira, se lamenta ante su maestro espiritual:

<<-¡Oh ilustre sabio! Me parece que el tiempo y el destino creado por los dioses es inevitable para todos los seres y no puede ser transgredido. Nuestra esposa es entendida en Dharma (lo que hay que hacer) y se comporta perfectamente de acuerdo a ello. ¿Cómo puede haber sufrido de esta manera? ¿Cómo puede haber sido humillada de esta manera? Ella no ha hecho nunca nada malo; no ha cometido ningún acto que pueda ser censurado. (…) Es cierto que la rescatamos tras vencer a sus secuestradores, pero el mero acto ya nos ha mancillado. (…) ¿Existe alguien que sea más desafortunado que nosotros?>>

Y la respuesta de Markandeya, el sabio que escucha este lamento, es contar el Ramayana. La historia del rapto de Sita, quien fue también una encarnación de Shri, el brillo de la gran diosa cósmica, y el viaje del príncipe Rama para rescatarla.

Sin escatimar en detalles, el texto del Mahabharata inserta aquí todo el Ramayana, contado por el sabio Markandeya. Una historia de lo correcto y lo que no. De seres demoníacos que actúan de manera monstruosa y de un príncipe que cuando rescata a su amada le dice:

<< -Ves, eres libre. No te he rescatado para tomarte conmigo sino para castigar la injusticia>>.

Una historia cuya esencia inspira el intelecto pero escapa a la comprensión. Una historia que habla de un evento: el nacimiento de la realidad de los personajes del Mahabharata, que fueron quienes propiciaron el nacimiento de la realidad que vivimos nosotros.

Y el evento original, que propició el nacimiento de todas las realidades, fue el nacimiento de Shri a partir de Parajapti. O el nacimiento de la luz, a partir de la expansión cósmica. Y cuando nació, los dioses robaron a Shri, al fulgor universal, todas sus cualidades. El empuje, el habla, las formas, el ganado, la ceremonia, la sacralidad, el poder, la ferocidad y la realeza. Todas las cualidades de la fuerza real fueron disgregadas, secuestradas en direcciones contrarias. Solo Vishnu, “aquello que reside en todo”, las reunió de nuevo. Rama, el príncipe que rescata a Sita, es la encarnación de Vishnu, de lo que reside en todo, recuperando el brillo del mundo: Shri. Las ceremonias religiosas, cuando se hacen bien, reúnen a todos los dioses para recuperar aquí y ahora las cualidades disgregadas de Shri. La esposa secuestrada de los protagonistas del Mahabharata es Shri, separada. Cada mujer secuestrada es un atentado al universo. Cada pensamiento de avaricia, cada sensación de celos, cada impulso de codicia sexual es un eco del evento que da nacimiento a esta realidad. La nuestra. Y en el centro de la realidad está el encuentro. El camino de retorno.

Me parece, escribiendo estas líneas, que el misterio de estas historias, o de la explicación que ofrecen de la realidad, es que nos cuentan relatos de enfrentamientos épicos entre el bien y el mal, entre dioses y demonios, sin tomar partido. Son historias que trazan los senderos invisibles de la vida, despliegan mapas de los paraísos e infiernos posibles… y a partir de ahí lo que pasa es lo que no termino de comprender.

Si quieres conocer, o volver a oír, el argumento del Ramayana recomiendo escuchar mi intervención en el podcast que enlazo ->aquí<-. Ritxi Ostáriz, del programa El libro rojo, preparó una entrevista muy bien estructurada que nos permitió pasar por todo el Ramayana de manera muy amena.

Tema: Baskerville 2 por Anders Noren.

Subir ↑