Como ha venido sucediendo en los anteriores años, la última entrada antes de la narración del 12 de Diciembre la reservo para un escrito que sirva de síntesis del proceso del último año. Una actualización de las intenciones de esta propuesta:
La experiencia no es un objetivo. No le doy tanto peso a vivir el Mahabharata o a comprender su texto porque las conclusiones que sacamos de esas interpretaciones, o las vivencias internas que podamos tener —por intensas que sean—, son pasajeras. La vida no se detiene en nada, y el legado de un misterio como el Mahabharata no debería intentarse atrapar con ningún sentido. No intentemos hacerlo, ni con la mente ni con la imaginación. A lo que apelo es a una integración del Mahabharata en lo desconocido.
No todo tiene que tener una razón o una explicación. El Mahabharata también transita el mundo de lo incomprensible, de las corrientes invisibles que transforman nuestra realidad de manera lenta pero constante; corrientes que, aunque no las veamos, siguen actuando más allá de nuestro campo de percepción.
Lo invisible es tan simple como mirarse las palmas de las manos. Su secreto reside en dos miradas que se encuentran. Está en el silencio, pero también en la palabra. Por eso, busco una narración del Mahabharata que incorpore lo invisible, lo secreto, sin caer en el error de nombrarlo.
Para hacerlo, el primer paso es reconocer lo innombrable. Reconocer que existe, sin inventarle un nombre: no son vientos que atraviesan cuerpos vacíos ni patrones que moldean la realidad, sino manos, piel, rostros, tú y yo. El misterio divino está aquí, en esta tierra que habitamos. Tal como la entendemos. Tal como la sufrimos. Tal como la disfrutamos. Narrar el Mahabharata es recitar lo que existe, con otras palabras.
Narrar el Mahabharata es trazar un mapa, un mapa de todos los mundos en los que coexistimos: visibles e invisibles, imaginables e inconcebibles. Un mapa multidimensional cuyos bordes se difuminan. No vamos a ninguna parte lejana; simplemente escuchamos la voz de la estrella que nos guía, sin necesidad de ponerle palabras.
Las palabras son las del Mahabharata, las del origen de la humanidad. Son las palabras anteriores a los conceptos, esas que en los momentos de mayor angustia tratamos de interpretar. Pero yo no interpreto. Te invito a caminar el mapa del Mahabharata sin interpretar, solo escuchando. Escuchando incluso lo que no se puede oír.
No es necesario abandonar nada de lo que crees: ni la meditación, ni el análisis de textos, ni la idea de progreso espiritual. No lo hagas, porque no tengo una alternativa para ofrecerte. Solo te pido que confíes en esta humanidad que llevamos en las venas y los huesos, en este mapa del universo que nos llama. Un mapa que trasciende lo comprensible, lo audible y lo visible.
…
Si te preguntas a qué me refiero cuando hablo de mapa o la estrella que nos guía, te recomiendo venir a jugar el juego narrativo basado en el Mahabharata que propongo el próximo 12 de Diciembre en el espacio cultural Musubu en Barcelona, de 19.00 a 22.00.

Gracias Michael, por toda la hermosura y sutileza con que has expresado tu invitación a escuchar la narración del Mahabharata en el silencio , permitiendo y confiando en que el misterio …. activa la voz de la estrella que nos guía.
Gracias por este comentario tan poético. Este tipo de encuentros son la energía de este proyecto. Saludos.