Sobre la realidad

Sobre la realidad

¿Para qué escuchar las historias del Mahabharata? Hace quince días días publiqué en este blog una entrada en la que expliqué qué es lo que creo que significa contar y escuchar un mito, que es un símbolo narrado. Para resumirlo podría decir que escribí que las historias del Mahabharata llevan la consciencia a un estado de percepción que transciende las palabras.
La expresión que usé, adoptada del pintor Paul Laffoley, es que los mitos abren portales a una dimensión de mayor intensidad que la que usa la consciencia ordinaria, y en el contacto con esta dimensión se diluye la dicotomía sujeto-objeto. Esta explicación, en sí, ya está formulada en lenguaje mítico, pero, como dije en la misma entrada, no se puede explicar el mito más que usando el lenguaje mitológico.
Al final del texto de la entrada pasada presenté la pregunta de para qué escuchar estas historias, o, en otras palabras, ¿para qué abrir estos portales?
La respuesta, para mí, es corta y concisa: Es importantes estar entrar en contacto con estos “portales” porque nos recuerdan la dimensión profunda de las cosas, lo cual corresponde a la verdadera realidad.
¿Pero qué es la verdadera realidad? Una tautología, porque real y verdadero son sinónimos. No por repetir sinónimos nos acercamos necesariamente a lo que queremos decir. ¿O sí?
Lo real, es lo que hay. ¿Pero qué es lo que hay?
Hay un fuego, que se enciende de maneras distintas en distintos lugares. Hay un sol que nos da la vida. Hay una sola muerte para todos. Hay dos ruedas para el carro; y el hombre y la mujer crean al vida en pareja. Se dice que hay tres mundos y tres focos originales de luz: el sol, la luna y las estrellas.
Hay cuatro direcciones y los versos sagrados se dividen en cuatro, como cuatro patas tienen las vacas.
Cinco sentidos perciben el mundo. El año se divide en seis épocas y con seis sentidos se vive: gusto, olfato, tacto, vista, oído y mente. Seis astros tienen las Pléyades.
El instrumento llamado Vina tiene siete cuerdas. Hay ocho representaciones de los elementos: fuego, tierra, cielo, viento, estrellas, luna, sol y espacio. Se hacen todos los cálculos con nueve dígitos. El número mil se compone de diez centenas, once partes de sacrificio en el ritual y doce días dura un ritual común. El año tiene doce meses y el decimotercer mes lunar da miedo.
Todo esto es el humano. Se puede vivir ignorando los meses o las cuentas y los números; se puede vivir ignorando las ceremonias cotidianas, ignorando la belleza de los elementos y su importancia. Se puede vivir sin mirar la luna o sin hacer caso al sol. Se puede vivir ignorando nuestros padres biológicos, ignorando al cuerpo o negando la muerte. Vamos, yo lo hago, a menudo, pero esa no es la realidad. Vivir así es vivir con la visión sesgada.
El mito, el Mahabharata, en cada una de las anécdotas que lo tejen, nos recuerda la totalidad de lo que hay. Esto, para vivir de verdad, es imprescindible.

El listado esotérico poético en el que se apoya esta entrada es una adaptación del debate entra el sabio (rishi) Ashtavakra y su competidor, Bandi. El debate original se encuentra en Tirtha Yatra Parva 134, en el Mahabharata, y contiene muchos más elementos que exigirían una explicación de la ceremonia y cosmovisión hindú que alargaría mucho el escrito. He decidido extraer algunos elementos para comentar la conclusión que me importaba compartir esta vez.
En este cuarto año de Respirar el Mahabharata estoy enfocando mis esfuerzos en definir el método y la idea que impulsa este proyecto para presentar un taller, que estará basado en el Mahabharata y en el juego de Lilah, el próximo 12 de Diciembre en la sala del colectivo CRA’P. Cada entrada del blog de este año está basada en un fragmento del Mahabharata a la luz de tres casillas del juego de Lilah. En esta ocasión las casillas: 45, 49 y 64.

Manifiesto del primer año

Esta es la última entrada que publico antes del estreno de la narración del primer año de inmersión en el océano del Mahabharata. La próxima está pensada para el 15 de Diciembre, después del estreno, y será la que abrirá el segundo año del proyecto. Por esta razón especial he decidido hacer algo diferente. La premisa de este diario de navegación siempre ha sido no publicar ninguna entrada que no contenga una historia del Mahabharata o esté por lo menos basada en un citado de la obra. En esta entrada me salto esta norma, pero lo hago con consciencia. Tengo la intención de saltarme la norma cada año, en la última entrada antes del estreno del 12 del 12.

Lo que publico aquí tampoco se aleja demasiado del tema. Se trata de algo que he estado incubando y nunca he tenido intención de publicar, hasta ahora. Lo que quiero publicar es un manifiesto, que vengo madurando desde hace tiempo. Para mi proceso interno, he venido pensando en un “manifiesto del primer año”, así lo tengo apuntado en mi libreta, que consiste en una síntesis de las intenciones del proyecto basadas en la vivencia acumulada del pasado año. Esto yo lo he querido escribir siempre para mí, para mi inspiración personal, pero pensando en algo diferente para publicar en esta última entrada me han venido las ganas de compartir el “manifiesto del primer  año”. Lo que se me ha ocurrido a continuación es establecer aquí otra rutina, que consistirá en publicar cada año un “manifiesto”, antes de cada estreno, de manera que al final quedarán 12 manifiestos que servirán para trazar una línea de evolución del proyecto.

Aquí el manifiesto del primer año de Respirar el Mahabharata:

Las palabras y el lenguaje son una necesidad humana. El bebé se esfuerza en aprender a comunicar sin saber por qué.

Las palabras combinadas estructuran narraciones, las narraciones son una construcción imaginaria. La raza humana busca una narración común. No una misma narración dogmática sino un terreno imaginario común sobre el que se pueda improvisar. Cada cuerpo humano es único pero a la vez somos una misma especie. De la misma manera que podemos extraer conclusiones generales sobre el funcionamiento físico del cuerpo humano, o de las emociones, podemos reconocer patrones generales en el funcionamiento de la fantasía humana.

Considero a la fantasía tan real como las emociones o el cuerpo físico. La fantasía es otra herramienta de comunicación con la realidad.

La fantasía es real cuando es sincera. Compartir las propias fantasías es real. La represión hace que las personas podamos llegar a compartir fantasías que no tenemos y tener fantasías que no compartimos. Una fantasía compartida es una fantasía real.

La fantasía es real pero no es toda la realidad, de la misma manera que el cuerpo físico es real pero no toda la realidad es física y las emociones son también reales pero no componen toda la realidad.

El imaginario humano, cuando se comparte, se sana.

Cuando se comparte, el imaginario humano se estructura. En el Mahabharata podemos encontrar una estructura. Aprender esta estructura es aprender qué imaginario podemos compartir los humanos para entendernos.




Aprender la estructura imaginaria (real) del Mahabharata será uno de los motores de este proyecto.

La estructura que me parece reconocer en este momento es la siguiente:

Esencia única del universo

Potencias que juegan con el destino

Antepasados ejemplares

Familia

Individuo

Sociedad

Transformaciones - libertad – tendencias destructoras.




En el ser humano se encuentra el impulso de equilibrar estos patrones de la estructura imaginaria. Compartir nuestro imaginario ayuda a equilibrarlo junto al de los demás. Por esta razón creo en compartir el Mahabharata de manera oral, para propiciar un debate que ayuda a equilibrar el imaginario de los que compartimos la experiencia.

Este es el manifiesto del primer año.

Me metí en este proyecto porque me apasionaba. Porque quiero entrar en el Mahabharata, me llama, pero no quiero hacerlo solo. Siento que si entro en el Mahabharata tengo que hacerlo compartiendo lo que descubro, esto es una necesidad.

Veo que me hace bien. A lo largo de este año he vivido momentos concretos en los que compartiendo fragmentos del Mahabharata he visto una persona abrir los ojos, entusiasmarse y empezar a filosofar sobre la vida con optimismo y vitalidad. Cada uno de estos momentos es único y hace que el proyecto tenga sentido. Son momentos en los que integramos todos los planos de la estructura imaginaria y asumimos que no somos un ser individual solamente sino que estamos unidos a unos ancestros, un linaje, unas potencias que no entendemos, una sociedad y un plano oscuro que nos asusta. Y todo esto está dentro de una misma esencia que nos abraza a todos.

Estoy buscando una frase final potente y no se me ocurre, probablemente porque esto apenas es el principio. Nos quedan 11 años por delante, espero que los dioses del azar protejan este proyecto. Lo que les ofrezco es mi esfuerzo, tiempo, dedicación y diligencia. Espero que estas ofrendas agraden a su mirada.

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