Todo es lenguaje -gestos, acciones, voces, miradas y silencios son el lenguaje que acompaña el idioma hablado. La vida se vive pensando, recordando, visionando en nuestro interior. Cuando hacemos el trabajo de narrarnos las impresiones en un hilo conductor coherente, saboreamos la vida. Cuando compartimos nuestra visión con el mundo, ya sea en gestos, miradas o palabras, mediante la acción o la omisión, transformamos nuestra narración. Porque el encuentro con el mundo nunca corresponde a lo esperado. El encuentro con el mundo transforma nuestra intención, la contrasta. Y el encuentro con el mundo es lenguaje -lo que hacemos, o dejamos de hacer, es comunicación. Es participar de un juego, el juego de la vida.

El juego de la vida, como cualquier otro juego, se vuelve más real cuanto más en serio se juega. Es una cuestión de entrega en cuerpo y alma. Las reglas se descubren a medida que se juega. Las reglas reales, las profundas. Por esto cuando me entrego a una cosmovisión como la del Mahābhārata mi entrega cuenta mucho más que mi juicio:

El Mahābhārata cuenta que vivimos una sucesión de eras, u órdenes sociales. Ahora estamos en la peor, Kali Yuga, la era de la confusión, pero de esta era renacerá Satya yuga, la era de la verdad, de lo real. Y cuenta mucho más mi entrega a esta visión que la manera que pueda tener de explicármela, o de juzgarla. Entregarme a esta visión significa para mí que estamos en una revolución continua. Una revolución que cambiará de raíz nuestra manera de ser. Y no se trata de que el cambio llegue mañana o en 50 siglos, sino de participar de él, y entregarse a esta revolución, interna, y a la vez externa. Porque ver esta revolución como cambio continuo en presente implica difuminar las fronteras entre lo interno y lo externo. La revolución interior es la misma que predicaron los maestros iluminados de antaño y la exterior es la misma que harán nuestros descendientes. Somos un eslabón perdido en esta cadena.

El Mahābhārata abre las puertas de lo que llamamos mito en nuestro idioma. El mito es un relato con sentido. Para que haga efecto el Mahābhārata nos iría bien jugar según sus reglas, igual que lo haríamos para experimentar cualquier juego. Así, leyendo el Mahābhārata asumimos que habla con un sentido, y al sentido lo llama el Mahābhārata “volver a la era de la verdad”. Comprender la era que nos tocado vivir (comprender el sentido de la confusión) para enraizarnos en la revolución continua – la transformación hacia la verdad.