El centro de todos los mundos

Hubo un tiempo,
en el que rechazaba mi prójimo
si su fe no era la mía.
Ahora mi corazón es capaz
de adoptar todas las formas:
es un prado para las gacelas,
y un claustro para los monjes cristianos,
templo para los ídolos
y la Kaaba para los peregrinos,
es recipiente para las tablas de la Torá
y los versos del Corán.
Porque mi religión es el amor.
Da igual a dónde vaya la caravana del amor,
su camino es la senda de mi fe.

El corazón de este poeta medieval tiene seis caras. Como un cubo. En la primera cara pastan las gacelas, en la segunda se busca en silencio la vía hacia el cielo, en la tercera se traen ofrendas a las mil caras de la divinidad, hacia la cuarta dirige todo el planeta plegarias, en la quinta se guardan las letras del misterio insondable y en la sexta la revelación de Gabriel. El corazón de Ibn Arabi tiene seis caras, como un dado.
La mano del jugador lanza el dado y el cuerpo del jugador mueve el brazo que lanza el dado. La fuerza vital del jugador mueve su cuerpo y esa fuerza vital vive del alimento y el aire que brotan del mundo. El jugador se sostiene en el mundo y el mundo en el universo. El universo es todo y es el universo quien lanza el dado, mediante el jugador.
Lo que mueve el universo es su corazón.
El corazón es un órgano que recibe y manda vida, en términos materiales. En términos alegóricos corazón significa centro. El corazón del universo, el corazón de una enseñanza, es el centro; la esencia.
Si algo une las seis caras del corazón del poeta es que todas se refieren a lo sagrado; desde de la sagrada naturaleza, jardín de vida, a la sagrada revelación. Lo sagrado es lo que une al universo. En lo sagrado se encuentra la humanidad. En el interior del corazón tenemos todos el mismo acceso a la vida, la misma entrada al universo.
El monarca sentado en un trono con joyas y marfil incrustado tiene un corazón y el ermitaño sentado sobre una roca tiene un corazón.
El monarca ungido con sándalo tiene un corazón y el mendigo cubierto de barro tiene un corazón. Quien viste caras telas de seda tiene un corazón y quien viste harapos tiene un corazón.
El rey reparte comidas con todo tipo de sabor por la generosidad de su corazón y cada uno de los comensales tiene un corazón. Cada uno de los cocineros, con sus pendientes relucientes, tiene un corazón. El guerrero que conquista reyes, dioses y serpientes tiene un corazón. Los derrotados tienen un corazón.
Cuando todas las caras del cubo están conectadas el corazón es uno. La furia los separa. La rabia le fue entregada a la humanidad para la destrucción del mundo. Los que están confundidos creen que la rabia es energía, pero quien está sobrellevado por la rabia difícilmente podrá mostrar su verdadero poder cuando el momento lo requiera.
El ser humano puede encontrar su auténtica energía cuando no está atado a la rabia. La rabia bloquea el perdón y sin el perdón no habrá paz entre la gente. El nacimiento de cada ser depende de la conciliación. Es a causa de que existan personas con capacidad de conciliación que los seres siguen naciendo y continúa la existencia.
La conciliación es la luz del conocimiento. Todos los textos sagrados nacen de una conciliación profunda con la realidad. Quien comprenda esto podrá conciliarse con el funcionamiento del mundo. La conciliación es la expansión universal hacia todas las direcciones. La conciliación es la verdad, la conciliación es el pasado y el futuro. Todo ascetismo es conciliación. La conciliación es pureza. La conciliación sostiene el cosmos. Los que pueden llegar a la conciliación son los que comprenden el mundo y el sentido de los ritos. La conciliación es la verdadera energía. La conciliación es la verdad de los que son sinceros. La conciliación es generosidad. La conciliación es fama. La conciliación es la única vía hacia el corazón. El corazón es la vía hacia el brazo que lanza los dados del destino. La conciliación une a todas las facetas de la vida y convierte cada instante en una puerta abierta hacia el mundo.

***

Esta entrada es una reflexión sobre la discusión que tiene Yudisthira con su esposa Draupadi y su hermano Bhima en el desierto.  El debate gira entorno a la palabra sánscrita Kṣamā, que suele traducirse por perdón o paciencia y, por el contexto y la etimología de la palabra, traduzco como conciliación o perdón. El último párrafo del texto está basado en el discurso del sabio Kashyapa sobre Kṣamā, que Yudisthira cita a sus opositores, en Kairata Parva 27 a 31.

 

 

Viaje hacia el centro de la tierra

Nárada es, fue y será, una y otra vez, y de nuevo, una vez más, el hijo de la causa del Big Bang. Nace y renace con cada explosión.
Vyása es el nombre del poeta místico que nos cantó la historia de nuestros orígenes, a la humanidad; y lo hizo antes de la prehistoria.
Se dice que, en una ocasión, un discípulo de Vyása le habló al rey sobre un encuentro entre Vyása y Nárada. Vyása le preguntó a Nárada si sabía quién era el arquitecto supremo del universo, y si sabía si este era eterno o universal, y si se creaba a partir de un solo foco o de varios.
Nárada, se cuenta, le respondió a Vyása que esto mismo le había preguntado él a su padre Brahma, quien es la explosión de energía infinita que impulsa nuestro viaje por el tiempo.
-Me sentía anegado en este mar de formas y apariencias (māyā)- le confesó Nárada a Vyása -Mi corazón estaba agitado por las dudas, y le hice estas preguntas a mi padre, quien me contestó:
-Cuando abrí los ojos en el mundo me encontré sentado entre miles de pétalos de luz y allí donde alcanzaba mi mirada solo veía agua oscura.
Esto sobre lo que estoy sentado es como una flor de loto, pensé, y la flor de loto hunde sus raíces en la tierra para extender su tallo a través de las aguas.
Así que buceé en las aguas sobre las que flotaba siguiendo el tallo del loto que me servía de asiento (āsana). Pero las aguas eran oscuras y aunque pasara años buceando no llegaba al fondo.
De repente, escuché una voz en mi interior que me dijo:
-¡Crea!
Pero yo no entendía qué podía crear, y con qué elementos, si a mi alrededor solo veía negrura líquida.
Entonces aparecieron en las aguas dos demonios sombríos como la duda que agitaron el tallo que me sostenía y me arrastraron al fondo de las aguas con una velocidad vertiginosa. Parecía que me llevaran hasta el fondo de los fondos y pensé que me iba a pasar la eternidad así, entre sus garras. Pero de repente tocamos fondo y pude reconocer a mi alrededor la silueta de un ser enorme; un cuerpo que abarcaba todo lo que existía; que dormía.
Aterrizamos sobre el muslo de este enorme ser durmiente y había allí otra figura, en postura de meditación, que parecía ajena a nosotros. Pero de repente apareció en medio de la oscuridad una luz brillante como nunca había visto. Aunque cerrara los ojos y los cubriera con las manos nada cambiaba, seguía viendo el brillo de la luz con la misma intensidad. Y su forma era como la del cuerpo de una mujer.
Y nos habló:
-Desprendeos de la pereza y haced vuestro trabajo de creación, preservación y destrucción.
Y oyendo la voz suave de la diosa respondimos los tres:
-Oh madre, pero no hay tierra aquí, no existen los elementos, ni los sentidos ni las cualidades.
-Abandonad el miedo y subid a este carro- nos dijo -os mostraré algo maravilloso.
Y nos subimos a una plataforma decorada con gemas variadas, cubierta de perlas y rodeada del sonido de tintineantes campanadas. Esta plataforma se elevó sobre los cielos y se puso a volar sobre las aguas.
Nos quedamos asombrados cuando de repente volamos sobre una tierra firme que apareció en medio de las aguas. Era un lugar que resonaba con el sonido de los pájaros cuco y abundaban los árboles fruteros, los bosques y los jardines. Habían grandes ríos, lagos, cascadas, estancos pequeños, mujeres y hombres.
Vimos una ciudad rodeada de una muralla divina con varios templos y palacios en su interior, así como otros edificios magníficos.
A continuación vimos un rey brillante salir a cazar al bosque.
El aeroplano que nos llevaba se elevó a gran velocidad y llegamos a un jardín en el que solo había dicha (Nanada). Allí vimos la vaca de la abundancia universal (Surabhi) descansando a la sombra de un árbol.
Vimos ninfas a su alrededor, jugando y bailando. Habían cientos de espíritus jugando con el viento, los árboles susurraban rezos y agradecimientos.
Entonces el carro volvió a elevarse y en un parpadeo nos encontramos en el centro de la expansión cósmica (Brahmā loka), donde fuimos saludados por cientos de dioses.
Allí mis compañeros de viaje, el que lo abarcaba todo (Viṣṇu) y el que meditaba en silencio (Śiva), se sorprendieron de ver otro Brahma igual que yo. Estaba rodeado de las cuatro caras del conocimiento (Veda) y serpientes traslúcidas.
-¿Quién es este Brahma eterno, me preguntaron?
-No lo sé, – les dije. -No lo conozco. ¿Quién es él?¿Quién soy yo? Vosotros también sois dioses, decídmelo vosotros.
Pero antes de que me contestaran seguimos volando y llegamos al monte Kailasa, donde entre sonidos de tambores vimos otro Shiva cabalgando el toro de la tierra y, antes de que pudiéramos preguntarnos nada, el carro nos apartó de ahí con la fuerza del viento y nos encontramos en la corte de la belleza.
El lugar emanaba una maravillosa manifestación de poder, y nuestro compañero se sorprendió mucho al ver allí otro Vishnu, con cuatro brazos, cabalgando el ave que cada amanecer vuelve a robar el elixir de la inmortalidad a los dioses (Gāruḍa / Gāyatrī)
Nuestro transporte se siguió elevando y vimos un océano de néctar (Sudhā Sāgara) con olas que jugaban sobre su superficie, y vimos en su centro una isla de gemas (Mani-Dvīpa) y árboles en flor. Resonaba en ella el zumbar de las abejas e instrumentos musicales armoniosos.
Y desde nuestra plataforma, vimos en la distancia un diván, cubierto de joyas y perlas, y en él había una mujer divina sentada, con una tela roja y la piel cubierta de sándalo.
Parecía más bella que millones de diosas de la belleza juntas. Nunca habíamos visto una forma igual.
-Incluso los pájaros en este maravilloso lugar entonan la sílaba mística Hrim… Hrim… Hrim… – nos dijimos.
La mujer tenía el color del sol naciente y estaba adornada con todos los atributos de la naturaleza.
Estaba rodeada también de mujeres jóvenes con cuerpos que eran llamas doradas.
-¿Quién es esta mujer?- Nos preguntamos -¿Cómo se llama? No la podemos reconocer desde esta distancia.
Y mientras decíamos esto ella abrió de repente mil ojos, y mil manos, y mil pies, o algo así nos pareció a nosotros, porque no había lugar que su presencia no alcanzara. Y de repente Vishnu, por su inteligencia, llegó a la conclusión y dijo:
-¡Ella es la gran diosa- inalcanzable y eterna!¡Ella es la plenitud!¡Es la causa de todos nosotros! Es inconcebible para el intelecto. Es eterna y no eterna. Es la fuerza de voluntad del Yo universal. Es la creadora original del universo.
Durante la destrucción del universo es ella la que atrae hacia su corazón todos los cuerpos sutiles (liṅgā śarīra) para jugar.
A su alrededor se disponían todas sus potencias (vibhutis), como si fueran todas reflejos y sombras de la Diosa, en forma de riquezas (śrī), consciencia (Buddhi), fortaleza (Dhritti), memoria y amor (smṛti), fe (śrāddha), inteligencia (medha), compasión (dayā), modestia (lajjā), avidez (tṛṣṇā), perdón (kṣaṇa), rigor (akṣaṇa), brillo (kānta), paz (Śānti), sueño (nidrā), entumecimiento y pesadez (tandrā), vejez (jarā), falta de vejez (ajarā), conocimiento (vidyā), ignorancia (avidyā), deseos (sprihā), fuerza (śakti), debilidad (aśakti), grasa (vasā), tuétano (majjā), piel (tvak), vista (dṛṣṭi), palabras justas e injustas (satyāsatya vākyasatyāsatya vākya) y los 35 millones de canales energéticos del universo (Nādi) – todos estaban allí a su alrededor.
-¿Ves Brahma?- ella se dirigió hacia mí : -¿Qué sustancia puede haber en el mundo que no esté conectada a mí? Yo soy todas las formas. En esta creación soy una, y mucho. Penetro toda sustancia y soy siempre la causa. Soy el frescor del agua y el calor del fuego; soy el brillo del sol. Así, y de muchas otras maneras, manifiesto mi poder. Soy el frío de la nieve. Sin mi poder la tierra no podría sostener ni un solo átomo; mucho menos los seres vivos.
Soy el océano, soy la nieve y soy el palpitar de tu corazón. Yo cuido los velos de la realidad.
Esto le dijo la diosa a Brahma, o algo que sonaba a esto. Brahma se lo contó a Nárada, por lo que sabemos. Nárada se lo contó a Vyása, en la orilla del Ganges. Lo escucharon las aguas y se lo contaron al viento. El viento lo sopló en los oídos de Arjuna, en la cima de los mundos, en un lugar del Himalaya, y a Arjuna le pareció suficiente; y volvió a casa.
-¿Pero quién es Arjuna y qué hacía en la cima del mundo? Si quieres leer esto continúa a la entrada anterior.

Tema: Baskerville 2 por Anders Noren.

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