¿Quién fue Drona? Quinta parte: las consecuencias.

El Mahābhārata es una obra iniciática, porque quien se acerca a ella se ve transformado. Ya de entrada, la misma extensión de la obra (más de siete mil páginas) es un misterio a resolver. La mente común no comprende cómo puede una sola creación literaria ser tan larga, ni por qué necesidad lo es. Si paramos un momento a observar cómo se siente nuestra mente ante esta cuestión encontraremos en ella cierta perplejidad, y sensación de impotencia. ¿Cómo relacionarse con una obra de tal magnitud? Podríamos leer un resumen del Mahābhārata, pero eso nos deja con la duda de qué puede ser lo que nos estamos perdiendo. ¿Qué puede haber quedado descartado de la selección, que sea relevante para nosotros? Y, por otra parte, si leemos el Mahābhārata entero su enorme extensión nos dejará siempre la duda de haber podido recordar todo lo que leímos para cuando lleguemos al final, o de haber tenido la atención adecuada durante todas las horas de lectura.

La perplejidad, y la sensación de estar lidiando con algo inabarcable, siempre acompaña a la relación con el Mahābhārata. Y uso la palabra relación, no necesariamente lectura, porque el Mahābhārata es un lenguaje artístico pleno que se expande hacia todas las disciplinas posibles. El Mahābhārata se puede ver en forma de danza, videoarte, escultura o pintura. Y en este sentido, para quien no tenga cerca la posibilidad de visitar templos decorados con escenas del Mahābhārata recomiendo el libro The illustrated Mahābhārata: A Definitive Guide to India’s Greatest Epic, de la editorial DK. Es un resumen excelente de “la cultura del Mahābhārata”, incluyendo menciones a distintas narraciones orales y literales, tradicionales y contemporáneas, entre grandes reproducciones a color de pinturas y esculturas tradicionales, ilustraciones de manuscritos y representaciones pictóricas modernas de escenas del Mahābhārata. Es un libro excelente para conocer el argumento del Mahābhārata, aprender sobre el Mahābhārata, y viajar por él mediante las impresiones que nos producen las imágenes.

La semana pasada estaba hojeando este libro con mi hija y la llamó la atención el dibujo de un laberinto circular de soldados luchando.

-¿Esto qué es? – me preguntó.

Mi hija tiene tres años y medio, y cuando me pregunta algo sobre el Mahābhārata suelo suavizar la respuesta para hacerla afín a su sensibilidad, sin llegar a mentirle. En este caso la imagen en la que se había fijado era la del Chakra Vyuha, o la “formación de combate en forma de disco / rueda”, que ejecutó Drona en la batalla.

De Drona venimos hablando en las entradas anteriores, y el momento de su ejecución del Chakra Vyuha en el campo de batalla corresponde a un giro trágico en la gran guerra, que lleva a una concatenación de consecuencias de progresiva degradación moral.

Cuando Bhishma renunció a la vida en el campo de batalla los Kaurava, el bando usurpador, nombraron como nuevo general a Drona. Él había entendido que el punto débil del bando opuesto era su lealtad a Yudisthira, el rey justo. El plan de Drona fue secuestrar a Yudisthira en el campo de batalla, y forzar al bando enemigo a rendirse a cambio de la liberación de su rey. Drona se dio cuenta de que mientras Arjuna, el guerrero perfecto, estuviera cerca le sería imposible secuestrar a Yudisthira, así que creó un señuelo en otro extremo del campo de batalla. Cuando Arjuna se alejó, Drona aprovechó la distracción para atacar a Yudisthira con la formación del disco, o Chakra Vyuha. El Chakra Vyuha parece haberse formado ordenando a los soldados en círculos concéntricos para atacar conjuntamente en formación circular. Si alguien conseguía atravesar una de las filas era atacado por la fila posterior, y si caía un soldado era reemplazado por el de otra fila.

Los únicos que conocían la técnica para penetrar aquella formación y neutralizarla desde dentro eran Krishna, porque lo sabe todo, Drona, el inventor de la formación, y Arjuna, quien fue el alumno favorito de Drona antes de convertirse en su enemigo.

Dado que Arjuna y Krishna estaban lejos (Krishna conducía el carro de Arjuna) la situación era desesperada. Pero entonces el hijo de Arjuna (de nombre Abhimanyu) se presentó ante el rey y dijo que él sabía cómo penetrar la fomración porque cuando estaba en la barriga de su madre oyó como Arjuna se lo contaba. Abhimanyu recordaba cómo se entraba en la formación, pero no cómo se salía. Esta es la escena que vio ilustrada mi hija ¿Y cómo explicarle a una niña de 3 años esta historia?

-Es un niño, que ha entrado a pelear dentro de estos círculos- le dije. O algo parecido.

-¿Y qué le pasa?

Pues en la historia original Abhimanyu quedó atrapado dentro del disco. Causó muchísimas bajas, pero al final fue acorralado y asesinado entre varios guerreros. Esa acción llevó a la progresiva degradación de la batalla, porque una de las normas de la guerra era no atacar a uno entre varios. Abhimanyu no solo fue acorralado entre varios, sino que sus verdugos eran adultos y él menor de edad. Aquél acto cruel, y ruin, causó la furia de Arjuna y a partir de aquél momento la guerra se peleó con rencor, y pasó a convertirse en una venganza personal, lo cual desencadenó una progresiva degradación moral que arrastró a todos a la destrucción de lo que le quedaba de dignidad a al humanidad.

Pues todo esto se lo resumí a mi hija con una palabra:

-Pierde.

-Ah – me respondió ella, y siguió mirando el dibujo. Y esto me transportó a un recuerdo de mi infancia, cuando en la televisión transmitieron, en varias partes, la representación del Mahābhārata que dirigió Peter Brook. Me llegó el recuerdo de mi madre diciéndome:

-Es una antigua historia de la India. – Me recordé a mí mismo preguntándome ¿Qué será la India? Y recordé la escena de la derrota de Abhimanyu, representada de manera muy sutil en la serie, parecido a cómo se lo conté a mi hija. En la dirección de Peter Brook solo se ve que Abhimanyu “pierde”, y desaparece en el círculo. Pero recordé lo traumática que fue también para mí la escena. No un trauma grave, sino uno de esos momentos cuando en la infancia recibes un destello de la visión adulta del mundo, y algo en ti sabe que ya nada va a volver a ser igual.

En otras entradas ya he escrito que no creo que el Mahābhārata se pueda reducir a una sola interpretación. Creo que más bien pinza la cuerda de nuestra creatividad interior, que nos trae todo tipo de comprensiones. La interpretación que hago de esta historia no es la única, ni la correcta, pero tampoco incorrecta. Es una inspiración, que puede resonar con el lector.

Me parece que el círculo impenetrable que organiza Drona es como el pensamiento adulto. Como el pensamiento solidificado en círculos concéntricos de miedo, expectativas, planificaciones, prejuicios y proyecciones de ideas preconcebidas. El niño, o adolescente, sabe que tendrá que penetrar este círculo -como un acto heroico- porque la vida lo demanda. No hay otra opción. La pregunta es cómo salir de él.

No estoy hablando de una regresión a las formas externas de la infancia, como las rabietas y caprichos, o una falsa inocencia, pero de recordar cómo vemos el mundo de niños. Cómo mantener la curiosidad por todo sin tener que volver a experimentar lo que ya sabemos que no nos hace bien. O vivir las emociones con intensidad, sabiendo que pasarán y no es necesario que nos agarremos a ellas.

Volver a sentir el mundo con las plantas de los pies, las palmas y todos los poros de la piel. Siento que por esta dirección está la sanación que buscaba hace un par de entradas.

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